El capellán del ‘Costa Concordia’ habla en defensa de la tripulación: “Son héroes. El capitán lloró en mis brazos”

Una semana después del desastre, se cuentan ya trece víctimas y veinticuatro personas siguen desaparecidas. Don Raffaele Malena, capellán del crucero 'Costa Concordia', original de Ciro, permaneció hasta el final a bordo y ahora habla en defensa de la tripulación.

El sacerdote de 74 años de edad y procedente de una antigua familia de pescadores de Ciro, ha sido uno de los pocos que ha hablado para defender a la tripulación y al capitán del barco de crucero.

Así recuerda los hechos: "Después de la cena, alrededor de 21 h 30, me fui a mi camarote en la cubierta 5. Estaba atendiendo algunos asuntos cuando de repente sentí un gran golpe, un ruido. Me caí al suelo, el barco se movía de un lado para otro. Me di cuenta de que algo había sucedido.

Entonces, fue el fin del mundo. Todo el mundo estaba tratando de salvar el pellejo. Todo el mundo quería entrar en los botes salvavidas donde solo cabían 150 pasajeros.

Mis hijos son héroes

Algunos dicen que la tripulación era incompetente. No, mis hijos son héroes. Lo que estoy diciendo ahora también lo diría ante cualquier juez que me preguntase. Mis hijos sabían que iban a morir, pero no abandonaron sus puestos.

Temblaban de miedo, fueron amenazados. Ellos decían a la gente que no entraban más en los botes, que estaban llenos, pero la gente insistía. Fue un caos. En un momento vi que una niña se había caído al suelo y la gente caminaba por encima de ella, no por malicia, sino porque todo el mundo tenía miedo. Entonces la tomé en mis brazos, la tranquilicé y localicé a su madre.

Luego me fui a la capilla. Había un lío increíble. Todo estaba en el suelo. Un poco después de la medianoche, el barco se inclinó de nuevo. El Niño Jesús todavía estaba en la cuna que no se había quitado desde la Navidad y yo le dije, llorando como un niño: "Vamos a morir, te pido que mueran los menos posible ". El barco siguió inclinándose más y más. Era un caos general.

A la 1:30 de la mañana me fui a echar una mano en el puerto. Los lugareños eran increíbles, trajeron mantas. El sacerdote abrió la iglesia, un convento y la escuela para dar cabida a los supervivientes.

El Capitán lloró en mis brazos durante 15 minutos

 

Mas tarde a las 2:30 pm, hablé con el Capitán. Él me tomó en sus brazos y durante un cuarto de hora lloró como un niño. Fue un error humano pero no me corresponde a mí juzgar. Los expertos lo harán.

Es muy fácil hablar de falta de preparación, pero el equipo se ha esforzado, no es cierto que permaneciera pasivo. Lo más hermoso de nuestra vida es haber salvado vidas humanas. La prensa debe saber que sólo había un oficial a bordo para dirigir a toda la tripulación. No se puede decir que los chicos no han funcionado, que no fueron capacitados.

Tengo tanto dolor y tristeza en mi corazón... Para entender esta tragedia, hay que vivirla. Antes de sacerdote, soy un hombre, y yo actuaba como un hombre para salvar la vida como fuera y casi la pierdo también, porque yo ya no era capaz de bajar del barco.

Siempre que sea posible intentaré volver a embarcar para estar cerca de mis hijos. No quiero abandonarlos. Yo llevo en mi corazón a todos aquellos que murieron.

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