Rubalcaba no tiene quien le crea

Rubalcaba no tiene quien le escriba de la Iglesia; quien le crea en la Iglesia. No es creíble; es un estratega. Como buen ingeniero de sí mismo sabe que si ahora interesa dar caña a los curas y poner a la Iglesia en el disparadero público, adelante.

Piensa que eso le beneficia y no tiene escrúpulos; es un hombre sin límites. Con la Iglesia siempre ha jugado a los intereses creados y ahora es lo que se lleva. Sabe, de sobra, que la sociología y la sociometría no se aclaran. Por un lado son más los que marcan la casilla de la Iglesia en la declaración de la Renta, y que los católicos van más a misa entre semana. Por otro, hay una apostasía silenciosa. Pero le da lo mismo, de lo que se trata es de hacer oposición en aquello en lo que la oposición se hace a sí misma oposición, y no es un trabalenguas.

En días pasados, el Instituto Cristianismo y Justicia de los jesuitas catalanes publicaba un curiosos opúsculo o cuaderno del P. José I. González Faus con el título "El naufragio de la izquierda". Este pergamino de bitácora pretende ofrecer ideas para la regeneración del socialismo español por eso de que en cierta teología, y en cierta praxis eclesial, para ser exactos, las ideas de izquierda se conservan mejor. Después de un interesante análisis sobre la perdida identidad de la izquierda, el autor hace una radiografía sobre las izquierdas de plástico, entre las que incluye a los fundamentalismos laicistas. Recuerda, para empezar, lo que escribió un día Antonio Puigverd: "Cuando la izquierda pierde el norte no puede resistir la tentación de zamparse unos curas". Después, se refiere a las izquierdas de cintura para abajo, a los aprendices de brujo y a las izquierdas arrejuntadas con el nacionalismo radical. Hasta Francisco Vázquez, abandonado de la izquierda y del socialismo por ser socialista de los de siempre, ha tenido que salir al paso en la COPE para enviar un mensaje fraterno a quien corresponda.

La Conferencia Episcopal, y sus responsables, no se inmutan ya ni por una salida de tono de Rubalcaba. Saben que el problema no son los Acuerdos entre la Iglesia y el Estado, al fin y al cabo un instrumento técnico de relevancia que regulan los ámbitos de actuación de la Iglesia, sino la ideología que subyace a las afirmaciones de Rubalcaba. ¿O acaso cuando ha gobernado el jefe de Rubalcaba no ha hecho lo que ha querido con los Acuerdos? El tema de los Acuerdos, Concordato que dicen algunos, es publicitario y poco más. Entre otras cuestiones porque lo que va a hacer el PP, que irrita tanto a Rubalcaba, no tiene mucho que ver con los Acuerdos. La masa negra, y el peligro real, está en una ideología, sembrada y cultivada en no pocos de los suyos, los más jóvenes, que quieren acallar la concepción de los derechos fundamentales y la doctrina de la Iglesia y a una institución que defiende los derechos de la persona, del matrimonio y de la familia. Rubalcaba sabe que, entre los suyos, hay quien piensa que el Estado es el dueño de los derechos fundamentales de la persona. Y, de vez en cuando, les escribe una carta.

José Francisco Serrano Oceja

 

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