La JMJ y las cañas de los manifestantes en Madrid

La semana pasada se inciió un debate, tras las declaraciones de la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, sobre el volumen de manifestaciones que en los últimos meses, recorren y colapsan las calles de la capital.

Sin ninguna necesidad, los sindicatos que tanto criticaron la celebración, en el vernano de 2011, de las Jornadas Mundiales de la Juventud que congregaron a más de dos millones de personas durante cinco días, han aprovechado para comparar este evento mundial con las manifestaciones.

Javier López, secretario general de Comisiones Obreras en Madrid, ha asegurado que en las manifestaciones, "los manifestantes toman cañas, consumen y entran en centros comerciales" de modo que si la JMJ trajo riqueza a Madrid, también la llegada de manifestantes lo consigue.

Si sorprendente es la comparación –una auditoría externa mostró los beneficios económicos que tuvo para Madrid la presencia en la capital de tal grupo de personas durante cinco días seguidos, con consumo hotelero y hostelero, con tiempo suficiente para visitas culturales- más sorprendente es que recurran a una de las realidades que más han criticado para aceptar ahora los beneficios que produjo y utilizarlo como argumento para barrer para su casa. Sin poner en duda el derecho de nadie a manifestarse, las cañas que se toman los manifestantes no son el mejor de los argumentos.

Zenón de Elea

 

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