Las religiosas del seísmo de Ecuador: “La mujer no necesita ser diácono, pero sí humanizar al varón”
La historia de la hermana Clare y las cinco postulantes fallecidas ha dado la vuelta al mundo produciendo “un terremoto espiritual”
Las Siervas del Hogar de la Madre, una congregación fundada en 1984, han sido mundialmente conocidas a consecuencia de la historia de la hermana Clare y las cinco postulantes fallecidas en el seísmo de Ecuador. “Estamos siendo testigos de cómo, al terremoto físico del 16 de abril, le ha sucedido un terremoto espiritual en muchas personas que no ha cesado todavía. Estamos asombradas de la repercusión que ha tenido en los medios de comunicación la muerte de estas hermanas. Es desproporcionado”, aseguran.
La hermana Beatriz, directora de la oficina de prensa de la Fundación EUK Mamie vinculada a esta congregación, relata a Religión Confidencial el impacto de la historia de la hermana Clare: “Es una religiosa muerta bajo los escombros de un edificio en un rincón de la provincia de Manabí. No es la única víctima, ni siquiera es la única religiosa que ha fallecido, pero su historia ha dado la vuelta al mundo y ha conmovido muchos corazones”.
La religiosa asegura que hay muchas historias preciosas, conversiones y gente que vuelve a Dios. “Una chica nos conoció hace años y luego desapareció como tragada por la tierra. Días después del terremoto nos escribió reconociendo que llevaba años muy perdida, pero que al tener noticia de la muerte de la hermana Clare algo se había revuelto dentro de ella. Fue a la parroquia e hizo una profunda confesión. Hay chicas que se han interesado por la comunidad, pero hay que hacer un camino de discernimiento”.
Tras el terremoto, mucha gente se ha ofrecido a ayudar, incluso se ha organizado un buen grupo de voluntarios que este verano viajarán a Ecuador para colaborar en la reconstrucción del colegio, la parroquia del pueblo, apadrinar a familias que lo han perdido todo, a afrontar los gastos médicos “en un país donde no hay seguridad social”, declara la hermana.
La mujer, humanizar la sociedad
Respecto a las voces que piden el acceso de la mujer al diaconado, la hermana Beatriz es contundente: “En el trasfondo de esas voces hay un feminismo que no defiende realmente a la mujer, no la ayuda a cumplir el plan de Dios para ella. La mujer en la Iglesia – como en la familia y en toda la sociedad humana – tiene una responsabilidad enorme: está llamada a ser el amor. La mujer tiene la misión irrenunciable y delicadísima de humanizar al varón. Y humanizando al varón, es humanizar la familia y la sociedad”.
Esta religiosa aclara que hombre y mujer son absolutamente iguales en cuanto a dignidad, pero el respeto a la dignidad pasa por reconocer también sus diferencias. “La humanidad no puede permitir que la mujer renuncie a su feminidad: a su capacidad intrínseca de entrega, de sacrificio, de intuición para reconocer las necesidades del otro, de protección de la vida. Esto no quiere decir que no realice estudios superiores, ni trabaje fuera de casa, ni ponga al servicio de la sociedad sus talentos”.
Con respecto a su misión en el seno de la Iglesia, la forma de afrontar la situación es la misma. “Estas discusiones sobre si la mujer puede ser o no diácono, hacen daño a la Iglesia entera y hacen daño a la mujer”-asevera la hermana Beatriz-. Etimológicamente, la palabra ‘diácono’ significa servidor. Pero la evolución que esa palabra ha sufrido en 2000 años de historia de la Iglesia, es que es el primer grado del sacerdocio. La mujer para diaconar, para servir a la Iglesia, no necesita ser diácono. Entrar en estos juegos de la ambigüedad, insisto, no benefician a la Iglesia ni a la realización de su misión. En este momento histórico tan convulso, la Iglesia necesita de nuevo el ‘sí’ de la mujer a participar del misterio de la Redención viviendo plenamente su ser de mujer: su vocación al amor”.
Argumentos para vestir con el hábito
Las Siervas del Hogar de la Madre visten con hábito. Con unos argumentos teológicos y humanos, explican que “san Juan Pablo II decía que la vida consagrada debía ser para todos un signo visible del Evangelio. El hábito colabora de manera importante en este signo visible. El hábito no nos separa de la gente, todo lo contrario, facilita la labor apostólica. Nuestro hábito proclama que pertenecemos a Jesucristo, que Dios existe, proclama nuestra fe y confianza en Dios”.
Argumenta asimismo que “esa proclamación, no deja indiferente a nadie porque mete el dedo en la llaga de las preguntas más fundamentales que todo ser humano se hace a sí mismo. El hábito permite a Dios hablar al corazón de muchas personas, se convierte en fuente de apostolado especial”.
Los argumentos para llevar el hábito son tantos, a nivel teológico como práctico, “que son casi innumerables”, describe la hermana Beatriz. “Por citar algunos: pobreza, ahorramos tiempo que no nos pertenece a nosotras, argumentos de defensa de la propia vocación, de obediencia a la Iglesia de hacer visible una especial consagración”.
Fundación EUK Mamie
Las Siervas del Hogar de la Madre no se definen por lo que hacen, sino por lo que son: mujeres consagradas al servicio del Señor, adoradoras del Padre, llamadas a ser esposas del Crucificado. Y en función de este ‘ser’, se ponen a disposición de la Iglesia. Se sienten llamadas a la “juventud espiritual: generosidad, su capacidad de entrega y de asumir riesgos”.
En total son 129 Siervas distribuidas en quince comunidades de España, Italia, Ecuador y EEUU. Cuentan con trece novicias y quince postulantes. A esta congregación se le une la Fundación EUK Mamie, una entidad que coordina las distintas iniciativas del Hogar de la Madre en el campo de los medios de comunicación social, al servicio de la evangelización.