Una joven musulmana italiana dice: “El crucifijo siempre ha sido para mí un símbolo de la grandeza del corazón de Cristo”

“El crucifijo, presente en todas las aulas que recuerdo –desde primaria hasta el bachillerato– siempre ha sido para mí un símbolo confortante, un reflejo de la grandeza del corazón de Cristo”. Son palabras de Randa Ghazy, una joven nacida en Italia, musulmana y de origen egipcio. Entre sus mejores recuerdos de infancia está el de un sacerdote.

En un artículo titulado “Yo, musulmana, defiendo el crucifijo” –se publicará en diciembre en “Mondo e Missione”–, Ghazy rememora la figura de don Bruno, un sacerdote que conoció en el oratorio ferial, iniciativa de la congregación salesiana: “Iba con frecuencia al oratorio ferial con mi hermano pequeño, y las hermanas nos trataban con una gentileza y un cuidado incomparables. Don Bruno nos hacía reír de verdad”. El sacerdote les invitó a rezar en la iglesia, cosa que hicieron.

Ghazy escribe que ahora apaga la televisión “para no ver las continuas agresiones verbales; recuerdo a don Bruno y sonrío al pensar en aquellos dos niños musulmanes que se miraban el uno al otro en aquella bella iglesia”.

Con sólo 22 años, Ghazy ya ha escrito tres libros: “Soñando Palestina” (2002), que vendió más de 20.000 copias y trata sobre la amistad entre un grupo de jóvenes en territorios palestinos; “Prueba sangrienta” (2005); y “Hoy no mato a nadie” (2007), libro de breves relatos.

 

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