Primera entrevista del nuevo arzobispo de Milán: lo que sucede en el Magreb es la segunda fase de lo que ocurrió en 1989

"Lo que está sucediendo hoy en el Magreb, en Oriente Medio, es como la segunda fase de lo que sucedió en 1989", ha declarado el cardenal Angelo Scola, nuevo arzobispo de Milán y considerado por muchos como favorito para suceder a Benedicto XVI. Amigo cercano del Papa, Scola es hijo de un camionero socialista y de una madre católica.

Scola señala que existe un gran deseo de libertad por parte de los pueblos, que viene acompañado por una exigencia urgente de participación real. Existe, según él, un proceso de mestizaje de civilizaciones y culturas, que se volverá “aún más radical en las décadas venideras. Todo esto ha hecho que para Europa se vuelva más urgente conocer más en profundidad el islam”.

Con cerca de cinco millones de católicos, Milán es la archidiócesis más influyente de Italia. Su sede ha sido ocupada por cardenales como Giovanni Battista Montini (que después sería el Papa Pablo VI) y Achille Ratti (Papa Pío XI). El último en ocupar la sede ambrosiana (san Ambrosio y san Bernabé fueron también obispos de Milán) es el cardenal Dionigi Tettamanzi, cuya renuncia por límite de edad ha sido admitida por el Papa.

Scola ha sido amigo cercano de Benedicto XVI durante más de cuatro décadas. Es considerado el intelectual más destacado de la jerarquía italiana. Fue durante muchos años miembro activo del movimiento Comunión y Liberación, al que él reconoce como promotor de su vocación sacerdotal. Es doctor en Filosofía por la Universidad Católica de Milán y doctor en Teología por la Universidad de Friburgo (Suiza). De 1995 a 2001 fue rector de la Universidad Lateranense, en la que contribuyó a elevar el estatus académico del centro.

El nuevo cardenal de Milán era hasta ahora patriarca de Venecia (2002-2011) y también fue obispo de Grosseto (1991-1995). Como Patriarca de Venecia, ha trabajado para construir puentes con las Iglesias ortodoxas y con el mundo musulmán, en este último caso lanzando el proyecto Oasis en 2004.

Reproducimos a continuación la primera entrevista a Scola como arzobispo de Milán, publicada por "Inside the Vatican":

- ¿Cuáles considera que son los principales desafíos de la Iglesia en la actualidad?

- Creo que el principal desafío es la interpretación del mundo posmoderno, un desafío que la Iglesia comparte con el resto de la sociedad. Para mí, la pregunta es: ¿hemos entrado o no al mundo posmoderno?

Ciertamente, la caída del Muro de Berlín marcó una mutación bastante radical que puede verse en ciertos fenómenos macroscópicos. De hecho, lo que está sucediendo hoy en el Magreb, en Oriente Medio, es como la segunda fase de lo que sucedió en 1989. Existe, ciertamente, un gran deseo de libertad por parte de los pueblos en el escenario mundial, y esto viene acompañado con una exigencia urgente de participación real.

Esto ha complicado aún más lo que yo llamo el proceso de mestizaje de civilizaciones y culturas, un proceso de movimiento y desplazamiento de pueblos que se volverá aún más radical en las décadas venideras. Todo esto ha hecho que para Europa se vuelva más urgente conocer más en profundidad el islam.

 

Además, está la cuestión del potente y veloz progreso de las tecnociencias, especialmente la bioingeniería, la clonación, la bioconvergencia, la informática, la biología, la física molecular, la neurociencia, la civilización de las redes sociales, etcétera.

Todos estos fenómenos están produciendo un tipo diferente de hombre. El desafío para la Iglesia es el mismo que para la toda la humanidad: ¿qué clase de hombre desea ser el hombre del tercer milenio?

- ¿Cuál es su punto de vista sobre esto? - Hace aproximadamente diez años, cuando estaba en Múnich, compré un ejemplar de Die Welt, en el que un filósofo alemán llamado De Jong publicó una página completa titulada: “El hombre es sólo su propio experimento”.

Es claro que aquí nos enfrentamos con un marco que es radicalmente diferente al que prevaleció hasta los años ochenta, y me parece que la Iglesia, en este contexto, debe insistir sobre el hecho de que el “yo” no existe sin relaciones. Este es el punto. Porque es a partir del “yo en una relación” como se documenta la dinámica de la verdad, del bien y de la belleza en la familia humana y, desde mi punto de vista, este hecho es irreprimible.

Debemos preguntarnos mucho acerca del significado del nacimiento. En la historia de la humanidad, el nacimiento ha significado y seguirá representando un hecho que es para mí global: es imposible “autoprocrearse” y siempre será así. Aunque dentro de 100 años pueda clonarme automáticamente, el clon que produciré será distinto de mí, y no se generará a partir de sí mismo.

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