El Papa apuesta en el Atrio de los Gentiles por el diálogo entre creyentes y no creyentes y por una laicidad justa

Con un videomensaje del Papa, concluyeron en la noche del viernes las jornadas del Atrio de los Gentiles, iniciativa cuyo primer gran acto se ha celebrado en París. El Papa animó a creyentes y no creyentes a construir puentes entre ellos, pues la cuestión de Dios no debe estar ausente de los grandes interrogantes de nuestro tiempo.

"Al dirigirme a vosotros -dijo el Papa a los jóvenes presentes en la plaza de Notre Dame-, tengo en cuenta todo lo que tenéis que deciros: los no creyentes queréis interpelar a los creyentes, exigiéndoles, en particular, el testimonio de una vida que sea coherente con lo que profesan y rechazando cualquier desviación de la religión que la haga inhumana. Los creyentes queréis decir a vuestros amigos que este tesoro que lleváis dentro merece ser compartido, merece una pregunta, merece que se reflexione sobre él. La cuestión de Dios no es un peligro para la sociedad, no pone en peligro la vida humana. La cuestión de Dios no debe estar ausente de los grandes interrogantes de nuestro tiempo".

"Estoy profundamente convencido de que el encuentro entre la realidad de la fe y de la razón permite que el ser humano se encuentre a sí mismo. Pero muy a menudo la razón se doblega a la presión de los intereses y a la atracción de lo útil, obligada a reconocer esto como criterio último. La búsqueda de la verdad no es fácil. Y si cada uno está llamado a decidirse con valentía por la verdad es porque no hay atajos hacia la felicidad y la belleza de una vida plena. Jesús lo dice en el Evangelio: “La verdad os hará libres”".

Benedicto XVI prosiguió en su videomensaje animando a todos, creyentes y no creyentes, a reencontrar el camino del diálogo y recordó que las religiones no tienen miedo a una laicidad justa, abierta, que permita a cada uno y a cada una vivir lo que cree, de acuerdo con su conciencia. “Si se trata de construir un mundo de libertad, igualdad y fraternidad, creyentes y no creyentes tienen que sentirse libres de serlo, iguales en sus derechos de vivir su vida personal y comunitaria con fidelidad a sus convicciones, y tienen que ser hermanos entre sí. Un motivo fundamental de este atrio de los Gentiles es promover esta fraternidad más allá de las convicciones, pero sin negar las diferencias. Y, más profundamente aún, reconociendo que sólo Dios, en Cristo, libera interiormente y nos permite reencontrarnos en la verdad como hermanos".

"Continuando lo que estáis viviendo esta noche -insistió el Papa-, contribuid a derribar los muros del miedo al otro, al extranjero, al que no se os parece, miedo que nace a menudo del desconocimiento mutuo, del escepticismo o de la indiferencia. Procurad estrechar lazos con todos los jóvenes sin distinción alguna, es decir, sin olvidar a los que viven en la pobreza o en la soledad, a los que sufren por culpa del paro, padecen una enfermedad o se sienten al margen de la sociedad".

 

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