Finaliza la visita a Corea del Sur

Francisco termina su viaje apostólico con la mirada puesta en China y Corea del Norte

“Espero firmemente que los países de su continente con los que la Santa Sede no tiene todavía una relación plena no duden en la promoción de un diálogo que beneficie a todos. No me refiero solo al diálogo político, sino también al diálogo fraterno”.

El Papa ha concluido este lunes su visita apostólica a Corea del Sur lanzando un mensaje de cercanía a todo el continente asiático, muy acorde con su filosofía de atender a las periferias: Asia no es un continente olvidado para la Iglesia.


Según contaba la semana pasada el vaticanista Andrea Tornielli, al volar los cielos chinos, el Papa envió un telegrama al presidente Xi Jinping. Un gesto normal, que se usa con todos los países por los que vuela el avión papal. Pero era la primera vez que sucedía con las autoridades de Pekín. Por una ironía del destino, el telegrama no llegó a su destino aquel 14 de agosto, por lo que la embajada china en Roma se puso en contacto con la Secretaría de Estado vaticana para pedir el texto. La primera reacción fue muy positiva.

El vocero del ministerio del Exterior chino, Hua Chunying, comentó: “Recibimos las observaciones de Papa Francisco. China siempre ha sido sincera al mejorar sus relaciones con el Vaticano y siempre ha hecho esfuerzos positivos en este sentido”. Sus palabras fueron publicadas por el “China Daly” y citadas también en la televisión nacional del país, es sentido positivo, sin añadir los comentarios usuales con los que se pone en guardia sobre las interferencias del Vaticano en las cuestiones internas chinas ni con los que se exige una explicación a la Santa Sede por sus relaciones con Taiwán.

También fue significativa la reacción del padre Mathew Zhen Xuebi, exponente de la diócesis de Pekín y de la comunidad eclesiástica reconocida por el gobierno, que indicó "un paso más para mejorar la comunicación". "Tenemos la esperanza de que un día China y el Vaticano puedan establecer relaciones diplomáticas y que el Papa pueda visitar China".

Objetivo, Corea del Norte

Pero la visita del Papa en Corea del Sur ha significado también acercarse a uno de los históricos “muros” que divide el Norte y el Sur de la península desde hace décadas. El último día de su viaje, el 18 de agosto, Bergoglio celebró una Misa por la paz y la reconciliación de ambas Coreas.

La Santa Sede puso en marcha desde hace algunos meses sus canales diplomáticos para pedir al régimen de Pyongyang que concediera a algunos jóvenes la posibilidad de participar en las ceremonias papales, pero la respuesta fue negativa.

En mayo, mientras se encontraba en Tierra Santa, Francisco hizo gestos que estaban fuera del programa, como la oración silenciosa en Belén frente al muro de cemento que construyeron los israelíes. Aquí en Corea todo es mucho más difícil. La visita que el 21 de mayo hizo el cardenal de Seúl, Andrew Yeom Soo-jung (primer cardenal que ha entrado al territorio de Corea del Norte), a la zona industrial de Kaesong (en donde, con base en un acuerdo entre ambos estados, trabajan ciudadanos del Sur y del Norte hombro a hombro) había dado lugar a hipótesis sobre un posible vínculo con la visita del Papa. Aunque no haya rastro en el programa oficial de la visita del Papa, Francisco, idealmente, querría poder estar allí.


 

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