Un ex promotora del aborto en la ONU y otra mujer concebida en violación, portavoces de la marcha Sí a la Vida

Amparo Medina, ex funcionaria de la ONU.
Amparo Medina, ex funcionaria de la ONU.

El próximo 24 de marzo se celebrará en Madrid la octava edición de la Marcha Sí a la Vida impulsada por la Plataforma Sí a la Vida y apoyada por más de 500 asociaciones y entidades cívicas nacionales e internacionales, y coordinada por la Federación Española de Asociaciones Provida. 

Con esta Marcha, la Plataforma ‘Sí a la Vida’ acude a la cita a la que se comprometió en 2011, para que, junto con otras actuaciones en el campo de la defensa de la vida y el apoyo a la maternidad, este evento se perpetúe en el tiempo, como sucede en otros muchos países de todo el mundo.

Este año cuenta con dos testimonios muy especiales: Karina Estrella Etchepane, líder provida argentina, concebida en una violación de una madre de 14 años, adoptada por unos padres que la enseñaron a amar y respetar a su madre biológica y Amparito Medina, ex promotora del aborto en la ONU y que actualmente lidera proyectos de defensa de la mujer embarazada y de educación sexual integral con jóvenes en Ecuador.

Hijos anarquistas sin Dios ni ley  

En el XXII Congreso Nacional Provida celebrado este pasado fin de semana en Madrid, Amparo Medina relató parte de la trayectoria de su vida:  en 1988 decide participar en un grupo de lucha armada y revolucionario. Posteriormente trabajó para el Gobierno de su país en diseñar unos programas educativos de preescolar que fueron pioneros en América Latina. 

"En ese momento conozco Unicef y me llaman para formar parte de un proyecto de los derechos de los niños. En 1990, el primer país que firma la convención de los derechos de los niños es Ecuador. Y ,a partir de esta convención comienza el gran trabajo de eliminar a los padres de la educación de los hijos. Se habla de los derechos de los niños pero jamás de las obligaciones. Se comienza a hablar de los derechos individuales pero jamás de los colectivos. Hemos convertido derechos en privilegios y hemos convertidos hijos anarquistas, sin Dios ni ley", relató en el Congreso Provida. 

Explicó que al haber eliminado la autoridad de los padres y de los maestros hoy no se reconoce la obligatoriedad de  ser corresponsable con la sociedad. Y también señaló que se ha pasado de reivindicar la lucha social por la lucha sexual y alertó que el dinero que viene de los derechos de la salud sexual y reproductiva proviene de las farmacéuticas. 

Proyecto de salud sexual y reproductiva 

También explicó como promovió en Ecuador proyectos de salud sexual y reproductiva entre los que se incluía en el aborto financiado por la ONU, sobre todo dirigidos a la población adolescente. El proyecto, de seis millones de dólares, estaba financiado por la industria farmacéutica.

Tras ese proyecto se demostró que los jóvenes que habían utilizado esos métodos anticonceptivos, y practicaban una vida sexual activa y promiscua podían sufrir hasta 30 clases de enfermedades de transmisión sexual (muchas más que antes de implementar este proyecto) y se demostró que el preservativo no ayudaba a evitar en muchos casos esas enfermedades incluida el sida o el papiloma humano. "No existe ningún anticonceptivo que sea eficiente para evitar las enfermedades de transmisión sexual", aseveró. 

Amparo Medina dio algunos datos preocupantes: "Con la implantación de estos proyectos, bajamos el indice de inicio de vida sexual de 16 a 13 y 14 años. Actualmente está entre 10 a 12 años y el VIH estaba más extendido que antes, rozando la pandemia. Por lo tanto, los resultados eran contrarios a la metodología utilizada y llegamos a la conclusión que algo estábamos haciendo mal. Se lo comunicamos a la ONU y no surtió efecto y nos dijeron que por primera vez se implementaba un programa de salud sexual y reproductiva. No existía en el embarazo en niñas de 12 a 14 años y actualmente, sí lo hay. Así que un grupo de técnicos nos fuimos de este proyecto de la ONU y yo me vinculé con el aborto y el derecho a decidir por parte de las mujeres". 

 

Esta técnica ecuatoriana nunca se había enfrentado a un aborto, pero estaba totalmente convencida de que era un derecho de la mujer. Entonces llevó a una amiga suya a un abortorio y se enfrenta varias realidades concretas. 

Abortistas, ateas y feministas 

"Mi amiga y yo ateas y abortistas y promotoras de la salud sexual y reproductiva y activistas de los derechos de la mujer. Cuando llegamos al abortario mi amiga estaba super nerviosa y con miedo. Compruebo que ninguna mujer está preparada para un aborto, por muy abortista que sea y que llega tranquila a un abortorio. Todas van con dudas. Y todas sabemos que nos embarazos de hijos y que abortamos hijos. Le ponen una inyección epidural a mi amiga y me pide que entre con ella, no me dejes sola. Yo no entendía, le decía que se relajara. Nunca olvidaré su mirada. Y después pensé: ninguna mujer necesita un aborto, necesita ayuda", subrayó Amparo en el Congreso Provida. 

La ex promotora del aborto expresó también que si en ese momento le hubiera dicho a su amiga que parte del derecho a decidir es también el derecho a no abortar, que no está sola y que yo estaré con ella, "probablemente mi amiga no hubiera abortado". 

Ahora que se dedica a ayudar a la mujer embarazada, dice que el cien por cien de los casos de mujeres a las que acompañan en tareas de prevención y acompañamiento  antes de que entren en crisis, tienen a sus hijos. Se han salvado más de 16.000 mujeres del aborto en Ecuador y más de 100.000 en toda América Latina. "Una mujer necesita ayuda y no un aborto", señaló. 

El último momento al que se enfrentó en su etapa abortista "y más cruel de todos" fue ver cómo se practicaba el aborto, "como una mujer queda descuartizada por un médico, cuando ves cómo practican un aborto y destrozan a la mujer y la máquina aspiradora empieza a funcionar que es 70 veces más fuerte que cualquier aspiradora de tu casa y ves cómo esa máquina corta al bebé...a mi no me lo contaron, yo vi el momento que entró la pinza para cortar al bebé. Y cuando prende la aspiradora, empiezan a caer los restos del bebé en una especie de pecera de cristal donde estaba la solución salina. Yo me quedé paralizada y no sabía si correr. Veía a mi amiga con la mirada clavada en el techo. Tenía ganas de cogerla y sacarla. Me quedé inmóvil. Y cuando termina el aborto, el médico cuenta las piezas del bebé y ves piel y sangre humana...y de la manera más fría que te puedas imaginar, el médico coge el frasco y tira los resto y le dice a mi amiga: el procedimiento ha terminado. El papá de ese bebé pagó 300 dólares y se fue. Aquí empezó todo mi cambio". 

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