Según la encuesta de 2015 del National Health Interview Survey

En Estados Unidos no aumenta el colectivo LGTB: solo el 1,6% de la población se considera homosexual

El psiquiatra Carlos Chiclana alienta a buscar puntos de entendimiento y respetar distintas posturas, tal como propugnan los últimos congresos sobre salud sexual

Imagen del World Pride 2017 de Madrid.
Imagen del World Pride 2017 de Madrid.

El impacto del Word Pride 2017, que se celebra en Madrid hasta el 3 de julio, puede hacer suponer que el colectivo LGTB es cada día es más numeroso. El psiquiatra Carlos Chiclana, que atiende a todo tipo de personas en su consulta, que pertenece a sociedades científicas y participa en congresos académicos internacionales, asegura que actualmente “hay menos miedo y mayor visibilidad pero, según las últimas estadísticas hechas en EEUU, no ha aumentado la proporción”.  

Según el último estudio del Centro Nacional de Estadísticas de Salud de Estados Unidos, solo el 1,6% de la población norteamericana se define como gay o lesbiana. A pesar de que el porcentaje de homosexuales es muy bajo, en España la polémica no ha cesado desde que se aprobó el matrimonio homoxesual y sobre todo, a raíz de las últimas leyes auspiciadas por la ideología de género.

Ante esta situación, el psiquiatra Carlos Chiclana anima a la sociedad a modificar el diálogo social y llevarlo hacia puntos de entendimiento. “Vamos a conseguir más desde el consenso que desde la lucha directa. Luego que cada uno en su casa forme a su gente como le parezca oportuno”, afirma en declaraciones a Religión Confidencial.

Sin embargo, parece que la influencia de la ideología de género es cada vez más fuerte.  En este sentido, el psiquiatra anima a los jóvenes a cultivar un sentido crítico.

“La juventud debe participar en foros de pensamiento, escuchar a quienes defienden diversas ideologías, compartir con ellos puntos de vista, estar receptivos, diferenciar los intereses económicos, ideológicos, sexuales, políticos... y que desde ahí se cuestionen cómo van a respetar a cada persona, cómo van a defender sus ideales, cómo quieren desarrollar su proyecto de búsqueda de la felicidad, que no se dejen engañar por nadie y que contrasten lo que les cuentan en la calle con lo que les cuentan las personas que les quieren”, declara Carlos Chiclana a RC.

Terapias aprobadas por la ciencia

De cara a las nuevas leyes promovidas por la ideología de género, que parecen prohibir terapias para ayudar, si así lo desean, a las personas con inclinación homosexual, el psiquiatra explica cómo deben los profesionales acoger a estas personas. 

“Cuando cualquier persona solicita ayuda para resolver algo que le genera sufrimiento o malestar subjetivo, el profesional que quiere hacer una buena práctica médica, psicológica o psicoterapéutica primero intenta aceptarle y escuchar sin juzgar, después procurará ahondar en el origen y causas de lo que genera el malestar y, en acuerdo y colaboración con quien pide ayuda, trazar un plan para buscar una solución o atenuación a su sufrimiento”, detalla.

Advierte que el profesional evitará activamente manipularle, obligarle, forzarle más o menos activamente a que encauce su vida hacia ningún sitio. “Esto no significa inactividad o pasividad por parte del profesional, sino precisamente una aceptación activa de la libertad, con todo su sentido, de la persona con quien está trabajando en consentimiento y colaboración”.

En este sentido, ante un malestar relativo a la orientación sexual, a la afectividad, a las relaciones sexuales, a los objetos/sujetos de deseo sexual, a la identidad sexual, a la satisfacción sexual, la ausencia de interés sexual o cualquier otro motivo de petición de ayuda, “si el profesional actúa de acuerdo con el código deontológico y se guía por la buena praxis, podrá ayudar a cualquier persona que lo necesite porque se enmarcará perfectamente en las leyes nacionales y autonómicas al no proponer terapias que no están aprobadas por ningún colegio profesional, sino que empleará aquellas terapias psicológicas sí probadas científicamente para ayudar a la persona a tener autonomía, ejercer su libertad, descubrir su propia identidad, etc.”, explica.

Descubrir lo que uno desea

El psiquiatra detalla, asimismo, que de esta manera el profesional ayuda a la persona y colabora con ella para que sea ella quien descubra lo que desea y por dónde quiere llevar su vida, también la vida sexual. “Se trata de que la persona entienda qué ocurre, cómo ha llegado hasta ahí, cuál es el motivo que le puede estar generando malestar y que sea ella quien decida hacia dónde y cómo puede andar. No es el profesional quien decide”.

 

Chiclana atiende profesionalmente a personas homosexuales que no tienen ningún interés en cambiar su orientación y él no se lo propone. Otros, sin embargo, dudan de su orientación sexual y “trabajamos el origen de sus dudas. El objetivo de la terapia no es la aversión a algo ni la conversión en otra persona, sino su conocimiento personal, desarrollo de estrategias y habilidades en las áreas de su vida que precisen desarrollo y maduración, y que desde ahí la persona decida libremente qué quiere”, subraya.

Utilizar la ciencia para hacer política

En relación a las últimas leyes LGTB, Chiclana se lamenta de que algunos grupos o individuos pretendan utilizar la ciencia para hacer política, ideología, religión, sociología o economía.

“Mi propuesta en este tema, en las sociedades científicas a las que pertenezco y en los congresos académicos en los que participo, es la de la búsqueda de los acuerdos científicos, buscar lo que une a las personas en el ámbito científico y que no nos dediquemos a la lucha ideológica, política, religiosa, económica... eso tiene otros foros”.

Explica que este fue el objetivo de la reunión celebrada el pasado mes de mayo, de la World Associattion for Sexual Health en Praga, en la que se han debatido desde posturas muy diversas, buscando puntos de unión, intentando diseñar puentes y respetando las diferentes posturas.

“Al escuchar a personas de los cinco continentes se te abre la mente y cuando conoces profesionales de países donde se condena legalmente con pena de muerte la homosexualidad o la transexualidad, entiendes parte de la lucha que puede dar lugar a leyes que, en su afán de defender unos intereses básicos sobrepasen los límites constitucionales, pisen los derechos de otros y se pasen de frenada”, apunta Chiclana.

El obispo de Solsona

El psiquiatra también da su opinión sobre el sonoro abucheo de personas LGTB al obispo de Solsona, por preguntarse si la creciente confusión en la orientación sexual de chicos adolescentes no se debe a la ausencia de la figura del padre.  

“Puede ser cierto que les ocurra a algunas personas, pero a otras no. En este sentido vuelvo a lo explicado antes: en el caso de alguien con problemas en la relación con su padre, es más probable que el trabajo del profesional se centre ahí, si a él le interesa, más que en si le atraen los chicos o las chicas. Si eso estaba relacionado con su orientación sexual y esta se modifica posteriormente, es algo que ocurre, que la persona lo siente como propio y deseable, pero no como algo a lo que se ha llegado por aversión o conversión”.

Respecto a la educación afectivo sexual de los padres a sus hijos, anima a dedicarles tiempo, darles abrazos, expresar el afecto, hacerles sentir dignos, validar sus sentimientos, promover su autonomía, sus sentimientos de capacidad, reforzar sus aptitudes, ayudarles a que sean personas seguras y sobre todo “¡escucharles! Una aceptación incondicional es lo mejor que unos padres pueden dar a sus hijos para que integre la sexualidad en el desarrollo completo de su persona”, apunta.

“Hoy es necesario decidir si la sexualidad es explicada por los padres, internet o unos amigos más o menos bienintencionados”, subraya.

Ninguna teoría explica toda la realidad

En cualquier caso, y sobre la pregunta clave si un homosexual nace o se hace, el psiquiatra explica que lo estudiado y publicado hasta ahora muestra que ninguna teoría, ni la genética ni la constructivista, explica toda la realidad.

No conozco ningún análisis genético que muestre la homosexualidad y de las personas que me han solicitado ayuda en este sentido, la vida de cada uno era muy diversa. Por eso, cuando alguien me abre su corazón en una consulta en la que hay un compromiso de confidencialidad, procuro descalzarme al entrar en la tierra sagrada de su intimidad, y lo que allí escuchas no entiende de leyes, de multas o de abucheos a obispos, está en otra dimensión que es la de un ser humano ayudando a otro”.

Carlos Chiclana declara que el interés debe centrarse en atender a cada persona de manera única, respetando su identidad, facilitando su libertad, promoviendo su crecimiento y no tanto aplicándole una teoría.

“Los profesionales sabemos que cada persona es muy distinta, que la medicina o la psicología explican algunas cosas, pero cada persona es un misterio y su dignidad, su autenticidad y su valor, exigen una delicadeza extrema en cualquier tema que se trate con ellos, libres de ideologías o fanatismos biologicistas, ambientalistas o constructivistas”, manifiesta el psiquiatra. 


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