Una respuesta sorprendente: "Hay que acostumbrarles a vivir sin sacerdotes"

El Papa Francisco con un grupo de seminaristas.
El Papa Francisco con un grupo de seminaristas.

Ha ocurrido en una diócesis de Castilla y León, y lo ha contado, de forma privada, uno de los protagonistas.

Resulta que a algunos sacerdotes de esa diócesis, sobre todo jóvenes, se les ocurrió que podían ayudar a la Semana Santa de algunos pueblos más pequeños y alejados, trasladándose allí  esos días para protagonizar los oficios, singularmente el Triduo Pascual.

No pocas de esas localidades llevan treinta años sin haber celebrado oficios en su iglesia o parroquia, por falta de atención sacerdotal.

La sorpresa fue grande cuando, tras plantear la propuesta en el obispado, se encontraron con una respuesta negativa. Les contestaron que no se desplazaran a esos pueblos, con ese sorprendente argumento: A la vista de la escasez de vocaciones, "hay que acostumbrarles a vivir sin sacerdotes".

Los protagonistas de la iniciativa decidieron poner en práctica su idea en otras poblaciones perdidas, de la comunidad castellano-leonesa pertenecientes a otra diócesis, limítrofe con la suya, donde no solamente les permitieron aplicarla, sino que recibieron el agradecimiento emocionado de los habitantes de esos lugares apartados por haber podido vivir la Semana Santa con más intensidad y en su propio pueblo.

 

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