Al Cónclave, hasta con muletas

Los 115 cardenales ya están en la Capilla Sixtina para elegir al Romano Pontífice. Y han llegado como han podido. La mayoría, a pie. Alguno, como el francés Barbarin, en bicicleta. Y el alemán Lehmann ha entrado en la sala pintada por Miguel Ángel ayudado por unas muletas. El argentino Sandri, prefecto para la Congregación de las Iglesias Orientales, estaba completamente afónico. Los que se estrenaban en un cónclave pronunciaban con emoción el juramento al Espíritu Santo en el que se comprometen a mantener en secreto todo lo que ocurra hasta que se proclame al nuevo ocupante de la silla de Pedro. De hecho, si un cardenal se pusiese enfermo, otros tres prelados destinados al efecto irían hasta él, recogerían su voto y lo custodiarían hasta la urna.

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