El obispo de Santander enfatiza sobre la “espiritualidad de la cruz para nuestro mundo” con motivo del Año Jubilar Lebaniego

En su carta pastoral “Marcados por la cruz del Señor”, Mons. Sánchez Monge subraya que “el hombre de hoy ya no vive de las realidades sobrenaturales”

El obispo de Santander presentando el Año Jubilar de Santo Toribio de Liébana.
El obispo de Santander presentando el Año Jubilar de Santo Toribio de Liébana.

El obispo de Santander, monseñor Manuel Sánchez Monge, acaba de hacer pública una importante carta pastoral con motivo del Año Jubilar de Santo Toribio de Liébana, el Año Lebaniego, titulada “Marcados por la cruz del Señor”, que se inaugurará el próximo 16 de abril.

Aunque monseñor Sánchez Monge haya presentado ya la renuncia por edad, al paso que van los nombramientos episcopales en curso terminará presidiendo la inauguración de este Año Jubilar.

Espiritualidad de la cruz 

En la carta de poco más de un centenar de páginas, monseñor Sánchez Monge, una vez que recuerda la importancia de este Año Jubilar en torno al mayor trozo de la cruz del Señor que se conserva, hace una interesante reflexión sobre la enseñanza de la teología y la espiritualidad de la cruz para nuestro mundo.  

Una reflexión, de corte escriturístico, que no esconde la necesidad de volver la mirada al Señor en la cruz para sanar las heridas de la historia.

En un texto, en el que vuelca no pocas de sus abundantes lecturas que le sirven para hacer un diagnóstico de la situación en la que vivimos, el obispo de Santander apunta a que “el hombre de hoy ya no vive de las realidades sobrenaturales. Porque los misterios divinos no se agotan en investigaciones y análisis racionales. La humanidad occidental ha perdido el órgano para conocer las verdades ocultas. Consigue ilimitados conocimientos particulares de ciencias especializadas, pero ha perdido de vista la santa totalidad. No se trata solo de transmitir verdades, sino ante todo de acercarse al misterio de Dios para participar de su Vida”.

Cambiar el estilo de vida 

En otro momento de la carta, también se refiere a la necesidad de que la sombra de la cruz alcance a la Iglesia. “El pecado –escribe- también entra en la Iglesia y nos confunde y humilla con actitudes que no se corresponden con la fe que profesamos. Mirarnos a nosotros mismos y encerrarnos en nuestros problemas, nos impide con frecuencia mirar a nuestros hermanos y olvidar nuestra misión evangelizadora. La comodidad del que ya lo ha conseguido todo y tiene a Dios “domesticado”, nos aleja de vivir la audacia de la fe que siempre tiene riesgos, pero que nunca se cansa de llevar a Dios. Las divisiones interna nos hacen perder las energías que se nos han dado para hacer el bien. La falta de testimonio nos hace poco creíbles ante el mundo que espera de nosotros una presencia de esperanza y misericordia”.

“El misterio de la cruz de Jesús –señala el obispo de Santander- es una provocación que nos aleja de todas las utopías de este mundo y separa la fe auténtica de toda superstición. No facilita recetas de triunfo, precisamente. Nos lleva a una liberación que exige antes despojarse de todas las falsas libertades. No invita solamente a conmoverse ante el sufrimiento y la muerte de un inocente, sino a cambiar absolutamente el estilo de vida. Es la gran revolución, la gran contradicción. Despojada de ella, la cruz se convierte en un ídolo que invita a la autocomplacencia y no a la conversión como debe hacer toda cruz auténtica”.

La cruz nos habla de un amor total 

A partir de una reflexión sobre la cruz, como la marca del cristiano, en un mundo que busca la identidad y que comercia con las marcas personales e institucionales, monseñor Sánchez Monge apunta que “la cruz nos habla de un amor total, que no se reserva nada. Dios se nos regala totalmente. Además de total, el amor de Dios es fiel. Nunca podemos decir con verdad que “estamos dejados de la mano de Dios”. El no deja de amarnos jamás: la cruz es el sello de su fidelidad. Nada ni nadie podrá apartarnos del amor de Dios, como dice san Pablo”.

A la hora de recordar que la cruz es la marca del amor de Dios, y que el límite del mal está en la misericordia de Dios, como diría Juan Pablo II, monseñor Sánchez Moge recuerda que “Jesús no es un fantasma, no es una energía, no es una opción política, no es un conjunto de normas que hay que cumplir: Jesús es una persona real, es el Hijo de Dios que vino a este mundo a decirnos que Dios nos quiere y nos lo demostró dando su vida por nosotros en una cruz. Pero su historia no terminó en la cruz. Está vivo y podemos tener una relación con él como la tenemos con nuestros amigos”.

 

Año jubilar 

De entre los datos de la historia de esta Año Jubilar recuerda que el papa Julio II, el 23 de septiembre de 1512, autorizó que se siguiera celebrando el Jubileo de Santo Toribio, que venía haciéndose “desde tiempo inmemorial”. El Papa Pío IX, en el Breve de 4 de septiembre de 1872, concedió a perpetuidad Indulgencia plenaria, el 23 de agosto, aniversario, según tradición, de la erección de la Cofradía. Hasta el presente son 74 los Años Santos Jubilares documentados. En un principio el Jubileo se celebraba durante ocho días. Fue el papa Pablo VI en 1967 quien lo extendió a todo el año cuando la fiesta de Santo Toribio, el 16 de abril, coincidiera en domingo.

Video del día

Feijóo destaca el “modelo de la concordia” del PP en Cataluña
frente al “modelo rupturista” del resto de partidos catalanes
Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato