Lo que une a la Iglesia con la teología moral

Juan de Dios Larrú, de los Discípulos de los Corazones de Jesús y María presenta el libro "La Iglesia, el lugar de la libertad"

Juan de Dios Larrú.
Juan de Dios Larrú.

La Iglesia, el lugar de la libertad

Juan de Dios Larrú

BAC

Sí, señor, o señora. En España también se hace buena teología. Quizá lo que pasa es que no tiene la repercusión que debiera, o no se publicita suficientemente. Pero quien quiera formar adecuadamente su ciencia y conciencia tiene suficientes materiales. El libro del que les voy a hablar es un ejemplo.

Su autor es profesor de Teología moral en San Dámaso. Todavía no ha llegado el momento de hablar del “San Dámaso verdadero”. Espero que no llegue nunca. Por lo tanto, Juan de Dios Larrú imparte docencia en esa ejemplar Universidad Eclesiástica.

Pero, además, el P. Larrú pertenece a uno de los institutos religiosos más interesantes de los últimos tiempos. Es miembro de los Discípulos de los Corazones de Jesús y María, es decir, de un grupo de carisma ignaciano que dedica no poco tiempo a estudiar, que trabaja en serio, que hace muy buena pastoral con las familias y además tiene colegios que son referencia. Un grupo joven y de jóvenes al que, seguro, el Señor bendecirá con abundantes vocaciones.

Cómo ser cristiano 

Y dicho lo cual, vayamos al libro, que ya es hora. Si hay dos tratados complejos en la teología son el de eclesiología y el de teología moral. Y más en los tiempos en los que vivimos. Reflexionar sobre la vida en Cristo a la luz del misterio de la Iglesia no es tarea fácil.

En el trasfondo de este libro está presente la pregunta sobre cómo ser cristiano y cómo debe vivir un cristiano en un momento en de desafección de los de dentro, por un lado, de disenso también desde dentro, por otro, y del rechazo y la crítica de los de fuera. Por lo tanto, de lo que nos habla este libro es del modo de presencia de la Iglesia, y de los cristianos, en la sociedad.

Con un adecuado método teológico, eclesiológico y moral, nuestro autor se interroga acerca de la estrecha relación entre experiencia moral y morada eclesial, que es mucho más que plantearse “cómo hacer a la Iglesia intelectualmente habitable” en un mundo de subjetivización de la moral. 

 

¿En qué media, por tanto, nuestra comprensión de la Iglesia tiene repercusiones teóricas y prácticas en nuestra forma de vivir como cristianos? ¿Cómo la Iglesia hoy se convierte en la morada de la identidad del seguidor de Cristo?

No están, por tanto, muy lejos algunas cuestiones como la del pluralismo moral, o las de las relaciones entre verdad y libertad, conciencia y libertad dentro de la Iglesia, o las relaciones entre el sentido sobrenatural de la fe y la opinión pública intraeclesial –gran temazo -, por citar algunos aspectos que se abordan en este tratado.

A partir de unos iniciales capítulos en los que el autor hace una disección de la mente moderna y sus relaciones con el hogar, el lugar, y el no-lugar (terminología de M. Augé), nos recuerda el pensamiento de Aristóteles y Heidegger sobre la relación entre persona y morada. Juan de Dios Larrú nos lleva después a cogernos de la mano de San Agustín, Santo Tomás de Aquino, San Ignacio de Loyola –magnifico desarrollo de las normas del sentir con la Iglesia, por cierto-, y del beato John Henry Newman, para ayudarnos a profundizar en la cuestión de la Iglesia como el lugar de la moral.

Después analiza con equilibrio las comprensiones de la Iglesia como comunidad en la teología anglosajona contemporánea, comunitarista; en la eclesiología de las teologías de la liberación; en la teología ortodoxa más reciente y en la síntesis de una renovación de la teología moral desde una eclesiología cristocéntrica.

Aunque las cuestiones planteadas puedan trascender el esfuerzo de la divulgación media de estas materias teológicas, hay que agradecer al autor la claridad con la que aborda las consecuencias en el presente de su propuesta, siempre fiel a la Tradición y al Magisterio de los Papas.

Es muy  esclarecedor toparnos con la puesta en evidencia de comprensiones, tanto de la Iglesia como de la teología moral, hoy en boga que son deslegitimadas en este trabajo.

Post data:

Por cierto, me ha pillado la lectura de este libro leyendo, en paralelo, el manual de eclesiología que ha publicado recientemente el teólogo de Toledo, Eduardo Vadillo Romero, y que se titula “El misterio de la Iglesia. Introducción a una eclesiología de la participación” (Instituto Teológico San Ildefonso). Tengo que confesar que mientras se escriban estos libros, y los futuros sacerdotes los estudien, debemos estar tranquilos. El tratado de Vadillo, en dos palabras, im-presionante.

La Iglesia

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