El transhumanismo a escena

Gustave Thibon ofrece un libro extraño y paradójico que cala en las fibras más hondas del creyente y provoca meditación y autocrítica

Gustave Thibon.
Gustave Thibon.

Seréis como dioses.
Gustave Thibon.
Didaskalos

Decía Rafael Gambra, en una ya clásica reseña del libro que nos ocupa, que “bajo este título, formado bajo las palabras de la tentación demoníaca a nuestros primeros padres, Gustave Thibon nos ofrece un libro extraño y paradójico. Libro cuya lectura cala las fibras más hondas del creyente y provoca hondas inextinguibles de meditación y autocrítica”.

La muerte de la muerte está de moda. Imaginemos un futuro en el que los hombres sean plenamente inmortales gracias a la ciencia, que se traduce y concreta en el algoritmo que todo lo resuelve. O en ese suero descubierto por un tal Bergmann, que hace posible el sueño de la utopía, que acaba convirtiéndose en distopía. No olvidemos que está de moda la distopía. Que se lo pregunten si no a
Netflix y a su “Altered carbon”.

Humanos inmortales 

Es cierto, no estamos ante un nuevo eco literario del Yuval Noah Harari. Ya quisiera el autor de “best sellers” de éxito. Gustave Thibon, ya a finales de los sesenta, tuvo la genialidad de imaginarse un mundo en el que los humanos fueran inmortales.

Nos topamos, por tanto, con futuro en el que la muerte ha sido suprimida, y las personas, los hombres y las mujeres, son inmortales. ¿En qué lugar queda Dios? ¿En qué lugar queda el amor? Quizá el transhumanismo tenga que ver con esta proyección, con la ficción científica, o la ciencia ficción, del diseño de un mundo, de un universo, en el que la humanidad nazca pero no muera, con lo que esto supone de contradicción.

Traductor: Pablo Cervera

Es posible que Gustave Thibon no necesite de una detallada carta de presentación en estas páginas. Filósofo francés, converso al catolicismo, lector empedernido de Jaques Maritain, Léon Bloy o Gabriel Marcel, sus libros sobre el amor han marcado a generaciones de cristianos.

Ahora, la editorial Didáskalos, de los Discípulos de los Corazones de Jesús y María , ha tenido el acierto de ofrecernos una edición renovada de este “Seréis como dioses”. Mucho debemos, todo hay que decirlo, al traductor, el sacerdote Pablo Cervera, uno de las personas que más saben de la edición católica.

Una obra de teatro 

Pero vayamos al libro. Una obra de teatro, la voces de un futuro que es, en origen, un diseño no real que cada vez se hace más real, pero que quizá, pasado el tiempo ya no lo sea. Amanda, la protagonista, la voz de la conciencia de una humanidad herida por superación. Helios, su novio, el otro sin el cual no es posible la conjugación del amor. Y a partir de ahí, los padres de Amanda, Simon y Astrid, y los interlocutores en una búsqueda crítica de la razón de existir.

No es solo esta obra teatro de tesis, de búsqueda de sentido, obra religiosa al fin y al cabo. Es un ejercicio de preciosa conjugación de la clave del existir, diálogos sobre el amor que lo funda todo, sobre la necesidad del encuentro con Dios que está inscrito en el corazón del hombre, del pasado de una Iglesia dedicada a superar la dialéctica entre conservadores y progresistas.

 

Prólogo de Juan Manuel de Prada 

Como muy bien señala el literato Juan Manuel de Prada en su prólogo, “Seréis como dioses se atreve a señalar sin ambages la teología luciferina que se esconde en el cientificismo; y también a denunciar esas actitudes sedicentemente cristianas que, a la postre, han convertido a Dios en una mera “canción de ruta””. 

Esta obra es terriblemente bella y escandalosamente interpeladora. No hace falta más que seguir las frases cerradas, a modo de aforismos, la evolución de los diálogos, la persuasión implícita. No pocos de sus párrafos sirven, incluso, para la meditación, la oración. ¿Quién lo diría? Porque de lo que nos habla este libro, de no muchas páginas, es del sentido de lo humano y del sentido de lo divino, que no es poco.

Sereis como dioses.

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