El san José de Miguel Ángel Velasco

Las investigaciones historiográficas del periodista, confluyen en un libro basado en un manuscrito que Juan escribió en Éfeso con los recuerdos de María

Miguel Ángel Velasco.
Miguel Ángel Velasco.

El periodista Miguel Ángel Velasco, que fue, entre otros muchos menesteres, director del primigenio Alfa y Omega, está en racha. Y lo está como investigador de los tiempos antiguos, del cristianismo en la raíz, del cristianismo originario, del cristianismo de los primeros compases, de los primeros tiempos.

Es como si la llamada a asimilar la experiencia de los primeros cristianos, de aquel tiempo de esencias, bueno, y también de pecado, de aquella Iglesia que se va haciendo en medio de las persecuciones y las herejías, le produjera una especial fascinación. Primero fue su “Manuscrito de Antioquía”. Y ahora nos llega el de Éfeso.

Investigaciones historiográficas

No se trata solo de atracción imitativa. Se trata de un ejercicio de amor. Del amor primero, a Jesús, Nuestro Señor; a su madre, la Virgen María y, ahora, de manera tan deliciosa como literariamente sublime a san José. Si Martín Descalzo escribió su Jesús, al final Miguel Ángel acabará haciendo parecido con motivo de sus investigaciones historiográficas.

Este manuscrito de Éfeso es un canto de amor y al amor, una historia de amor. El efecto primero que produce en el lector es pensar que el libro se acaba, y no se sabe por qué se acaba, y no quiere que se termine, que concluya. Seguro que Miguel Ángel no lo ha contado todo, y tiene más que decirnos, y algo se le ha pasado.

José, san José, el padre entre todos los padres, el esposo de la Virgen María, el custodio de Jesús niño, de Jesús joven. Como dice la dedicatoria, “a todos los padres perplejos, acomplejados, lógicamente asustados y alucinados… A los que están desmoralizados, rendidos a punto de tirar la toalla. A los angustiados y oprimidos por la ansiedad que produce la injusticia inmisericorde y la ausencia de pudor y gratitud”.

Manuscrito de san Juan con los recuerdos de María 

Y los ojos de san José según la descripción de María, y la forma de trabajar de José, según María, y la manera con la que José hacía de la vida una invitación a la plenitud, según María. Todo eso está aquí en esta periodística narración del manuscrito que Juan escribió en Éfeso con los recuerdos de María.

Sí, la historia comienza con un misil, en medio de una guerra en Oriente Próximo. Y también hay un periodista, siempre el bendito periodismo, Al Jazeera Media Networks, y vuelos no cogidos a tiempo, y un anciano bibliotecario del monasterio de Santa Catalina fray Sayed ben Mousa, y María la de Magdala… 

A san José no se le entiende sin la ternura y sin los lloros de Jesús niño, al que le costaba dormirse por las noches. La ternura. Bueno, eso lo ha dicho también hace poco el Papa Francisco, y lo recoge Miguel Ángel en una especie de epílogo histórico, teológico y espiritual. Esa mixtura, no siempre fácil, entre reciedumbre y ternura, que hace posible el ejercicio de una paternidad sentida.

San José en la vida ordinaria 

Porque una de las claves de este nuevo libro, -no voy a entrar ahora en si es literatura de tesis o no, o literatura espiritual en la senda del gran Dobrazinski- es presentarnos a José en la vida ordinaria, en el taller, en la casa, en las relaciones comerciales, en los viajes, en su trabajo con la materia prima, en su relación con Jesús, en su cariño hacia María, en las dificultades, en los momentos en los que José se pone nervioso y quizá pierda algunos papeles…

 

El libro, ya al lado de los Sánchez-Silva, Martín Descalzo, Cabodevilla, Rops, Jiménez Lozano, rezuma un no desdeñable conocimiento del contexto histórico, geográfico, escriturístico y teológico. No solo por lo que puede relacionarse con algunos de los evangelios apócrifos, sino por la textura de la vida que se plasma en ese juego de espejos sin macha.

Año de San José 

Y en estas llegó el Año de san José convocado por el papa Francisco. Y nuestro autor, que tenía metida en vena la exhortación apostólica “Redemptoris custos” de Juan Pablo II se ha pegado a la carta “Patris corde” para glosar literariamente los vectores de los que nos habla el Papa.  

Pero antes Miguel Ángel se sabía ya de memoria lo que escribiera Teresa de Jesús: “No me acuerdo hasta hora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer…”

“La primavera en Éfeso es suavísima…” Como este bendito José que aparece en este libro de mi querido maestro periodístico.

El manuscrito de Éfeso

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El manuscrito de Éfeso.

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