Lo mejor del cardenal Robert Sarah
Una de las aportaciones del cardenal guineano en su último libro es responder con claridad a las grandes cuestiones que producen sorpresa y estupor
Se hace tarde y anochece
Cardenal Robert Sarah con Nicolas Diat
Palabra
No se me había pasado reseñar el último libro del cardenal Robert Sarah con Nicolas Diat. O sí. Quizá estaba esperando a que nos acercáramos a la fecha de su presencia en España. Lo hará, entre otros actos, el próximo día 7 de noviembre en la presentación del Congreso Católicos y Vida pública.
Tengo que advertir que, como decía Wittgenstein, los estereotipos son una forma “primitiva” de razonar. Y en lo que se refiere al cardenal Sarah circulan demasiados estereotipos. Precisamente para acabar con esos estereotipos, que al fin y al cabo son utilizados siempre con cierta intencionalidad, no hay mejor antídoto que leer al cardenal, que profundizar en su pensamiento, que admirarnos con sus lecturas, las fuentes que utiliza para ilustrar sus ideas. Fuentes plurales que van desde Kierkegaard a san Josemaría Escrivá.
En este sentido, contamos ya con una trilogía del cardenal Sarah, tan necesaria en momentos de compleja bruma en la Iglesia. “Dios o nada”, “La fuerza del silencio” y el ahora publicado “Se hace tarde y anochece”. Una trilogía difícilmente superable. Todos ellos, por cierto, publicados por Palabra.
Aunque hay que ser sincero y advertir que es imposible que no se cuele, en la relación de los tres libros, alguna repetición de ideas.
Asuntos polémicos
Lo primero que hay que aclarar, en referencia esta novedad, es que no hay tema que pueda ser polémico, en la actualidad del vida interna de la Iglesia, que no sea abordado de una forma o de otra. Una de las aportaciones del cardenal Sarah es que responde a las grandes cuestiones que producen sorpresa y, en no pocos casos, estupor. Y que además están en la actualidad. Desde el Sínodo de la Amazonía hasta las últimas formas de abusos litúrgicos; desde las cuestiones referidas a la pederastia hasta cómo defender el matrimonio y la familia.
Por cierto, dice el cardenal que es consciente de los esfuerzos del episcopado español, entre otros europeos, por defender la vida, el matrimonio y la familia. Pues que lo pueda seguir diciendo por mucho tiempo.
Segundo, hay frases del cardenal Sarah que son auténticos aldabonazos para la conciencia del lector. Y que hay que leer dos o tres veces. Leer, pensar y meditar. Porque no parecen muchos los cardenales, y las personalidades de la Iglesia, que dicen las cosas tan claras como lo hace el cardenal Sarah.
Empezando por el leit motiv de no pocas de sus respuestas: la vuelta a Dios, la centralidad de Dios, la vida espiritual, una idea que era uno de los referentes del pontificado de Benedicto XVI y que ahora parece que ha pasado a un segundo plano.
Silencio sobre lo esencial
Tercero, el cardenal Sarah va a lo fundamental, es decir, habla porque hay quizá, como diría J. Guitton en su famoso libro, un “Silencio sobre lo esencial”, también en ciertos sectores de la Iglesia. Y este hablar sobre lo esencial provoca en el lector la reacción de volver su vida, y su pensamiento, hacia lo esencial entre el marasmo de señuelos que tanto perturban.
Por ejemplo, es muy alentadora la reflexión del cardenal Sarah sobre el “miedo”, las formas de “miedo” que están atenazando la conciencia cristiana y la vida espiritual, y la exterior. Un miedo que hay que relacionar con las consecuencias de la acedia, otro de los grandes temas.
Por lo tanto, y por mucho que se diga que si el cardenal Sarah es uno de los opositores al Papa, et alii, no hay mejor cosa que leerle y descubrir así cómo ejerce su ministerio y su magisterio a través de unos libros, a los que hay que dedicar tiempo, reflexión y oración.
Solo leyendo al cardenal prefecto de la Congregación para el Culto Divino nos damos cuenta cómo valora el magisterio del Papa Francisco como una luz clave ante determinados temas centrales, y cómo existe esa continuidad de magisterio y de tradición, que es la plataforma no solo de la aceptación de la Revelación sino de presencia pública de la iglesia.
Si el cardenal Sarah es así en los libros, ¿cómo será en persona?