Martín Descalzo o el periodismo sobre la Iglesia que ya no existe

El catedrático Juan Cantavella publica una biografía del periodista y sacerdote que contribuyó a la conciencia del catolicismo español en el siglo XX

Catedrático Juan Cantavella.
Catedrático Juan Cantavella.

El catedrático jubilado de la Universidad CEU San Pablo, Juan Cantavella, acaba de publicar esta especie de biografía de José Luis Martín Descalzo, periodista y sacerdote, cabeza visible de una generación de periodistas y sacerdotes que marcaron la conciencia del catolicismo español en el siglo XX. Una biografía que es algo más que una biografía dado que sintetiza, y reproduce a modo de ejemplo, quizá una muestra de los textos más destacados de quien fue, entre otros, premio Nadal de literatura.

El autor de este trabajo confiesa, al final de la introducción, lo que pretende: “Nada nos gustaría más que despertar en unos y otros la necesidad de aproximarse a sus escritos para sacar el máximo provecho de tantas páginas que brotaron de su máquina. Comprobarían todos que a la solidez de sus argumentos sabía agregarle la suavidad de las emociones para formar con ello un conjunto que difícilmente dejaba indiferente a nadie”.

Perfil sacerdotal de Martín Descalzo

Son muchos los aspectos que merecen destacarse de este trabajo que sin duda contiene muchas horas en la cocina de la lectura y de la escritura. El primero de ellos es la insistencia en el perfil sacerdotal de Martín Descalzo que da sentido a toda su actuación, toda su obra. No se trata solo de acercarnos a la figura de un periodista destacado en la historia del periodismo, ni de un literato más que laureado. Se trata de una forma de ejercicio del ministerio, lo que los clásicos de la espiritualidad sacerdotal denominaron “el apostolado de la pluma”.  De ahí la amplia presencia de sacerdotes en su obra novelística, desde “La frontera de Dios” hasta el más explícito “Un cura se confiesa”.

Esta perspectiva sacerdotal que impregna sus escritos no convirtió a Martín Descalzo en un solipsista exponente del clericalismo al uso. De hecho su novelística, que ha pasado demasiado inadvertida, está repleta de espíritu secular. Es decir, de una concepción del mundo como el lugar de la efectiva y operante presencia de lo cristiano. Es muy loable que se recuerde, en este momento, la denuncia que Martín Descalzo hizo del “cristianismo burgués” o aburguesado.  O la libertad con la que escribía, que también se pudiera denominar, de forma teológica, “parresía”.

Novela católica 

Plantea también este libro la cuestión de la novela católica, de la novela de tesis, o de la novelística católica. Martín Descalzo confesó, en varias ocasiones, que su obra no se entendería sin Bernanos. Se podría decir que su estela se encuadra dentro de esa gran literatura que escribieron autores como Francois Mauriac, Graham Greene, Julien Green, Evelyn Waugh, Bruce Marshall, Gertrude von Le Fort, Maxence van der Meersch, entre otros.

Un dato significativo de la obra de Martín Descalzo en su veta poética, que le une también a una generación que, en gran medida, se dio a conocer con la revista “Estría”. Ahí encontramos nombres como los de Servando Montaña, Luis Peralta, Ricardo García Villoslada, Joaquín L. Ortega, Florencio Martínez Ruiz, Valentín Arteaga, Juan Bautista Beltrán, Jesús Tomé, Manuel Carrión, Víctor Manuel Arbeloa, Jesús Manleón, Carlos de la Rica, Manuel Avezuela, José María Javierre, José María Cabodevilla o Luis Alonso Schöekel.    

Perfil periodístico

Por último, dejando constancia de su vertiente de autor teatral, hay que abordar el perfil periodístico de Martín Descalzo. Su trayectoria, desde los tiempos de “El Norte de Castilla”, o su época de cronista conciliar en “La Gaceta del Norte” hasta llegar al “ABC”, con “Blanco y Negro” o el tiempo en “Vida Nueva” o la sección de religión en el diario de Prensa Española, pasando por su programa en Televisión Española o sus colaboraciones para periódicos y revistas de América Latina.

En este sentido, se podría decir, bueno, se ha dicho, que Martín Descalzo fue “una cátedra de periodismo religioso”. Su nombre está ligado a una generación que existió, que ya no existe, y que no sé si ha dejado herencia. Se trata de nombres como Lamberto de Echeverría, Ramón Cunill, Jesús Iribarren, Antonio Montero, José María Javierre, Joaquín Luis Ortega, Bernardino M. Hernando, Antonio Pelayo, Pedro Miguel Lamet, Norberto Alcover, José Antonio Carro Celada y Miguel de Santiago, entre otros.

De hecho, Juan Cantavella, señala a este propósito que “a media que nos acercamos al momento presente se ha ido debilitando la posición de la Iglesia como objeto de interés periodístico, pero aquel afán que se vivió en la segunda mitad del siglo XX se veía reflejado en quienes se han convertido en cultivadores de esa parcela. Pocos eran en un primer momento los laicos que entraron en esta zona, pero después ya ocuparon posiciones preponderantes y han sabido dignificarla”.

 

Información religiosa en la España contemporánea 

Hay que agradecer al profesor Cantavella que nos haya traído la memoria y el recuerdo de un sacerdote, periodista y literato, sin el cual no se entendería la información religiosa en la España contemporánea. Quizá se echa de menos alguna bibliografía sobre ese período. Y haber profundizado en algunos aspectos de la vida de Martín Descalzo, por ejemplo y entre otros, sus relaciones con la jerarquía eclesiástica de su momento.  

Cuenta Cantavella que algunos obispos le pidieron que escribiera una obra sobre los problemas de la Iglesia, a modo de sus “Diálogos de Pasión”. El avance de su enfermedad se lo impidió. Poco antes de morir, le explicaba a su discípulo Santiago Martín: “Los que amamos a la Iglesia tenemos que salir a defenderla, con inteligencia, pero con un gran cariño. La Iglesia necesita hoy más que nunca ser amada por sus hijos”.

Martín Descalzo, un cura entre la prensa y la literatura

Juan Cantavella

San Pablo

Portada del libro.
Portada del libro.
           

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