Un libro desafiante para un tiempo descreído

Peter Kreeft, referente intelectual del catolicismo norteamericano, presenta un diálogo imaginario entre Lewis, Tolkien y el pastor evangélico Billy Graham

Peter Kreeft.
Peter Kreeft.

¿Símbolo o sustancia?
Peter Kreeft
Homo Legens

Peter Kreeft es un profesor de filosofía de la Universidad de Boston que se ha convertido en un referente intelectual del catolicismo norteamericano. 

Estudioso de Santo Tomás de Aquino, especialista en C. S. Lewis, su libro sobre cómo ganar la guerra cultural (Cristiandad) no debe ser obviado en este momento. Ahora nos sorprende a los lectores españoles, gracias a los buenos oficios de Homo Legens, con un diálogo imaginario entre C. S. Lewis, el autor anglicano de ficción más leído, J. R. R. Tolkien, el autor católico de ficción más leído, y Billy Graham, el pastor evangélico más seguido en los Estados Unidos durante el pasado
siglo. Un libro sobre las concepciones de la eucaristía, que es sobre la naturaleza de ese sacramento. Bueno sobre la eucaristía y sobre otros muchos aspectos de experiencia cristiana.

Un diálogo de tres perspectivas confesionales distintas, por supuesto, pero que remiten a un principio común, la persona de Jesucristo. Y de ahí al hecho de cómo la presencia de Cristo en la historia.

Conversación sobre la religión cristiana 

Hay que aclarar que el autor ha tomado el modelo de los diálogos de Platón, o de los diálogos medievales, para introducirnos en una conversación sobre la religión cristiana hoy. Para dejar las cosas claras, es fácil identificar al católico Tolkien, que acoge la conversación en su casa, al anglicano Lewis, pero quizá cueste más identificar a William Franklin Graham, una de las personalidades más relevante del escenario de la fe en los Estados Unidos durante el siglo XX. Pastor Evangélico trabajó en el ámbito del ecumenismo y fue reconocido como un hombre íntegro.

Además un invitado ficticio, Guy, el chófer privado de Graham, que hace en no pocas ocasiones que la conversación avance. Y, reiteradas veces citado, aparece en escena G. K. Chesterton, como no podía ser menos en este ambiente de conversación religiosa y británica.

Aunque el diálogo es imaginado, y se desarrolla en un contexto muy anglosajón, no obvia que C. S. Lewis mantuvo en vida una conversación con representantes de la Asociación Evangelista de Graham. Lewis, autor de Narnia, tuvo muchas conversaciones con Tolkien, autor de la saga de “El señor de los
anillos”, eran amigos y se veían con frecuencia.

Lewis y Tolkien 

Lewis se había convertido al cristianismo con la ayuda de Tolkien, pero no llegó a dar el paso al catolicismo. Lewis le dijo a Tolkien a este propósito algo así como que “no podía entender de dónde procedía por que no había nacido en Belfast”, según los biógrafos de Lewis, Christopher Derrick y Joseph Pearce. 

Este libro, que en gran media se podría pensar que es un comentario al impresionante “Mero cristianismo” de Lewis, plantea, en un diálogo, a veces confrontación, la verdad de la fe, la fe como forma de “episteme” y de afirmación intelectual, como forma de conocimiento. Está claro que a lo largo de sus páginas se ponen sobre la mesa las cuestiones referidas a la Biblia, la interpretación, la Tradición, la historia común y la historia de las divisiones, las relaciones entre razón y fe, los sacramentos, la Iglesia, el primado de Pedro, la sucesión apostólica.

 

Pero de lo que habla este libro es de la verdad y de la búsqueda de la verdad. Así, sin adjetivos ni aditamentos. 

El libro es un ejemplo también de cómo se debe dialogar en estos temas, cómo ofrecer razones para creer, cómo servir antes que prevalecer. Y como dice en su prólogo el profesor Armando Segura, estamos ante un libro desafiante para un tiempo cínico y descreído.

Simbolo o sustancia.

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