Interpelaciones del humanismo y la ciudadanía digital

Agustín Domingo Moratalla, catedrático de filosofía moral y política, realiza una profunda reflexión antropológica en su libro "Del hombre carnal al hombre digital"

Agustín Domingo Moratalla.
Agustín Domingo Moratalla.

Nadie mejor que el profesor Agustín Domingo Moratalla para tomar el pulso a la evolución social en lo referido a las mutaciones antropológicas y su incidencia en los procesos educativos y comunicativos.

Y digo que nadie mejor porque este catedrático de filosofía moral y política de la Universidad de Valencia, otrora profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca en sus años de mocedad, que no intelectual, es un especialista en H. G. Gadamer, en la hermenéutica, en la interpretación, por tanto. Eso supone, y perdonen la fácil paráfrasis, método y verdad, verdad y método a la hora de afrontar el presente.

Tendencias sociales 

Esto quiere decir que nuestro autor, que además ha ocupado relevantes cargos de gestión política en la Comunidad de Valencia, es un fino escrutador de tendencias.

De tendencias sociales que afectan al modo no tanto de ser, que también, sino de vivir de la persona en la sociedad. La clave de su pensamiento, enraizado en una filosofía realista, entiéndase no en clave del realismo tomista, está en su visión de conjunto, en la capacidad, a partir de una concepción holística de la persona como ser moral, para ir desentrañando, incluso deslegitimando, determinados fenómenos sociales emergentes, desde el ciberacoso, pasando por la aplicación de las TICS a la educación, los problemas que plantea la Inteligencia Artificial o el papel de las religiones en la sociedad. Realismo personalista, al fin y al cabo.

Hay que aclarar que este libro se construye sobre la base, principalmente, de los artículos, casi diría yo, ensayos, que Agustín Domingo Moratalla publicó para “Entre paréntesis. Diálogos para una cultura digital”, proyecto del jesuita Daniel Izuzquiza que, para los que éramos sus lectores habituales, sorprendentemente ha desaparecido.

Reflexión antropológica 

Esto significa también que, aunque los artículos están agrupados temáticamente, te puedes llevar una sorpresa y pasar de la reflexión sobre los mediadores educativos al ajedrez, sin solución de continuidad. Juego que, por cierto, tiene una alta capacidad pedagógica.

Por cierto que este libro se convierte indirectamente en un diario de los foros en los que ha estado presente el autor y de las temática sobre las que ha tenido que reflexionar. Pensamientos que aseguro provocarán en el lector un movimiento de reflexión compartida.

En este sentido hay que agradecer al profesor Moratalla que, aunque aborde cuestiones complejas, como las de la bioética, se exprese con mucha claridad.

Y otro aspecto no menor del libro es que en ese diálogo social sobre las realidades emergentes, nuestro autor traiga aquí el pensamiento de filósofos contemporáneos, en particular el de Byung-Chul Han, que está muy presente en los temas que aborda.

 

Si hay un concepto que articula este libro es el de humanismo digital, que forma parte del ethos cultural en el que estamos inmersos. Es necesario, por tanto, un diálogo social que nos lleve a promover una reflexión antropológica, ética y política sobre lo que significa la “ciudadanía digital” como expresión de ese humanismo digital, más como desiderátum que como hecho social.

Proceso cultural y educativo 

La digitalización, hay que aclararlo, no es entendida como un proceso primordialmente tecnológico, ni muchos menos económico, sino cultural y educativo. Brillantes son sus páginas más creativas, por ejemplo las que dedica a hacer una taxonomía de los tipos de profesores ante lo digital.

No quisiera terminar sin poner en valor un aspecto del libro que me parece una aportación singular, la capacidad de crítica política, implícita y explícita. Por ejemplo la que hace a la izquierda cultural, sin que se pueda decir que el autor sea epígono de ninguna derecha cultural, acaso de un humanismo cristiano.

He aquí un ejemplo: “No saben cómo gestionar la instrumentalización de la violencia; defienden planteamientos relativistas en la fundamentación ética de la democracia; critican el monoteísmo religioso endiosándose a sí mismos. No saben cómo articular un patriotismo cosmopolita y, sobre todo, han dado la espalda a la justicia social. A pesar de llenárseles la boca con el bien común, o la igualdad, el rasgo fundamental de las nuevas izquierdas culturales europeas ha sido su dedicación enfermiza a una ingeniería social alimentada por el etéreo simbolismo de la diferencia, el resentimiento y el emotivismo”.

Del hombre carnal al hombre digital

Agustín Domingo Moratalla

Teell

Portada del libro.
Portada del libro.

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