Buenas ideas contra la decadencia cultural

El catedrático Macario Valpuesta en "La herejía como dogma",realiza un análisis de los herejes post-modernos

Macario Valpuesta.
Macario Valpuesta.

Tranquilos que, aunque el título haga referencia a la herejía, no se trata de un libro de teología, ni el sentido en el que utiliza la palabra herejía es teológico. Aunque eso no quiere decir que no contenga una acertada comprensión de la teología, principalmente de la teología de la historia, o de las relaciones entre naturaleza y gracia, que no son temas menores.

El subtítulo de este libro es “Historia apologética de Occidente”, con lo que tenemos así una visión más clara de lo que pretende el autor.

Porque de lo que se trata en este libro es de muy diversos fines con buenas ideas. Un mosaico de buenas ideas que pretenden argumentar en defensa de la adecuada comprensión de la naturaleza de lo humano, de lo social, de la libertad.

Lo primero que hay que decir es que Macario Valpuesta es catedrático de Latín y profesor de Derecho Romano en la Universidad Pablo Olavide. Un hombre de cultura amplia y de notable erudición.

Prologado por Jaime Mayor Oreja

Lo segundo es que el libro está prologado por Jaime Mayor Oreja que parece, según confiesa, haber descubierto en este libro las referencias intelectuales profundas de no pocas de las afirmaciones que lleva mucho tiempo defendiendo. Es decir, que Jaime se ha encontrado con la horma intelectual de sus ideas en lo que tiene de referencia a lo que está ocurriendo con la sociedad occidental, el problemas de los valores, el mundialismo y la globalización.

Otra cuestión, a modo de preámbulo, después de la lectura de estas casi trescientas página. El libro da la impresión de ser la síntesis del pensamiento del autor presentado en muy diversos trabajos anteriores de forma fragmentaria, de la elaboración intelectual de un sistema que le permite, y permite al lector, entender lo que está pasando.

Transgresión de los límites

Macario Valpuesta ha volcado en este trabajo de madurez todo su conocimiento sobre el sentido del presente. Y lo ha hecho a partir de amplias lecturas, que van desde filósofos clásicos –con especial mención a Tomas de Aquino- a historiadores, literatos, poetas. Es decir, lo que conforma el bagaje de un hombre culto de nuestro tiempo y de todos los tiempos.

Entrados ya en materia, el concepto de herejía, digamos secularizado, hace referencia a todo lo que tenga que ver con la transgresión de los límites, la infracción de las normas, la distorsión de los cánones, la confusión de las ideas, la manipulación de los sentimientos, la tergiversación de los hechos. Es decir, que las herejías son esas ideas que se han vuelto locas, esas ideas –las ideas también condicionan la vida de las personas- que han evolucionado contra el modelo, el sistema desde el que nacieron para volverse contra su origen.

De ahí que, acertadamente, nuestro autor haga un análisis en profundidad, desde un método de carácter histórico, no solo historicista, de los períodos de la “reforma” protestante, la Ilustración, las herejías de la revolución social y los herejes post-modernos.

 

Comprender nuestro mundo 

Lo que sin duda debemos agradecer es que no haya caído ni el tremendismo, ni en el pesimismo antropológico, ni en la apocalíptica. Está claro que el concepto al que llega, digamos el término ad quo, es el de decadencia.

Simplemente bucea en el realismo de intentar comprender nuestro mundo y nuestra historia desde sus orígenes, con un método que pretende ir a la raíz de los fenómenos antropológicos, sociales y culturales. Estamos por tanto hablando de un libro de teología de la cultura, mejor dicho, de filosofía de la cultura.

Hay que recalcar que uno de los conceptos claves en el desarrollo argumental es el de progreso. No en vano, el autor se considera un admirador nato de Benedicto XVI, con lo que esta admiración le facilita el marco conceptual teológico de análisis, también crítico, del progreso humano en la historia de la humanidad.

Esta perspectiva se nota, entre otros factores, por la relevancia que da a la cuestión antropológica.

Un interesante libro, por tanto, para un diálogo amplio que permitirá también tener en cuenta algunas carencias y olvidos, quizá de perspectiva. Pero ya se sabe que cada autor, su sentencia. Y no está demás que profesores e intelectuales católicos, quizá desconocidos para el gran público, publiquen obras de esta naturaleza.

La herejía como dogma

Macario Valpuesta

Campomanes editores

La heregía como dogma.

                            

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