La acuciante necesidad de lo auténtico

El catedrático de Historia del Derecho, Enrique San Miguel, aborda las relaciones entre la persona, la sociedad y el Estado

Enrique San Miguel Pérez.
Enrique San Miguel Pérez.

Son varios los motivos por los que traigo a colación este libro, que tiene como subtítulo “Derecho, Historia y Estado en la Literatura y el cine (1945-1969)”, del catedrático de Historia del Derecho de la Universidad Rey Juan Carlos, Enrique San Miguel Pérez. 

El primero de ellos es porque este volumen representa un momento cualitativo en una serie que inició con “La lectora de Fontevraud. Derecho e historia en el cine: la Edad media” (2013), “El golpe de Estado de Júpiter contra Saturno. Derecho y poder en el cine” (2016) y “El sol ofuscado. Derecho e Historia en le cine y la literatura. La Edad Moderna” (2018). Tres libros anteriores de una obra que, esperemos no concluya aquí, que ofrecen una peculiar metodología: el cine y la literatura como narrativas maestras de las ideas sobre las que se singulariza y confronta un período de la historia.

Es interesante analizar la evolución de los temas que plantea el profesor San Miguel en este último –que al fin y al cabo también es una historia de Occidente en ese período- en perspectiva de los anteriores. Y también hay que hacerlo desde de su abundante bibliografía académica.

Dignidad de la persona 

La gran cuestión central es, sin duda, la de la dignidad de la persona, la cuestión antropológica subyacente a cualquier reflexión sobre las relaciones humanas y sobre las relaciones entre la persona, la sociedad y el Estado.

Como buen jurista, pero también como historiador –su primera pasión académica-, este joven profesor aborda en profundidad esa matriz sobre la que se construye toda cultura: el sentido de la acción humana en cuanto se configura como un poder, en un ámbito de lucha por la conquista por la libertad, en función del bien integral de la persona. Plantear la cuestión de poder, como hacía el profesor García Pelayo, es abordar el sometimiento de un hombre a otro hombre.

Doctrina Social de la Iglesia 

De ahí surgen una serie de reflexiones sobre materias siempre presentes en la teoría del Derecho y en la teoría política. Y también, cómo no, en la denominada Doctrina Social de la Iglesia: la conciencia, el papel de la ley, el nacimiento y desarrollo de las instituciones.

En este caso está muy presente, implícita y explícitamente, el proyecto europeo, desde sus orígenes históricos, sus raíces y sus primeros balbuceos. No en vano Enrique San Miguel es uno de los grandes conocedores en España de la historia de las instituciones europeas.

Una de las razones por las que este trabajo, en el conjunto de su obra, debe tener el protagonismo debido en la opinión pública es que así cumplimos la función, atribuida a los medios, de señalamiento de quien es un intelectual en toda regla.

Un intelectual que nunca esconde su fe 

Un intelectual católico, que nunca esconde su fe y que es capaz de dar razones públicas tanto de su fe como de la contribución del cristianismo y de la Iglesia al proceso de conformación de Occidente, de nuestra cultura y de nuestra civilización.

 

Cuando aborda fenómenos nada fáciles como el de la violencia, que es consustancial a la modernidad, o cuando analiza la figura de Pasolini, o cuando se adentra en las virtudes privadas y públicas, en la cuestión del liderazgo o en la relación entre pensamiento práctico –ética utilitaria diríamos- e idealismo, nuestro autor nunca abandona una singular capacidad de diálogo con los grandes referentes intelectuales de estas cuestiones. Esa singular forma del diálogo intelectual público es fruto de una afirmación cristiana de base en la confianza en la razón y en la gracia, y en los frutos de esa relación.

Por último, para esta reseña hay que destacar la ingente erudición del profesor San Miguel. Una erudición bien traída, que no agota al lector, que ilustra, que abre nuevos horizontes y perspectivas, y que permite que la lectura se convierta en un banquete. Una erudición especialmente destacada en lo que se refiere al mundo del cine, lo que añade un valor singular a cada análisis. Una erudición que contextualiza y que facilita comprender el sentido pleno de los acontecimientos a los que se refiere.

Regla para el liderazgo 

Por cierto, magnífico último capítulo síntesis de las 52 películas con François Truffaut. Enrique San Miguel es un gran escudriñador de relaciones históricas. Y por eso sus disecciones tienen un singular valor, incluso en la perspectiva del compromiso en la construcción de un futuro más humano y más cristiano.

Como ha escrito nuestro autor, “la primera regla del formador para el liderazgo, en cuanto cristiano, es tener el coraje, la audacia y la determinación de vivir en plenitud la opción cristiana. Asumir que el cristianismo no propone una alternativa convencional. Que el cristianismo exige una permanente salida del conformismo. Que el cristianismo obliga a no bajar nunca los brazos, a no abandonar nunca la lucha.

Desaliento cristiano 

Aunque, a veces, pueda acuciarnos la tentación del desistimiento. François Mauriac advertía en sus Memorias interiores  que el desaliento del cristiano, tomando como referencias a figuras tan eminentes como santa Teresa de Jesús o Blaise Pascal, no es en absoluto incompatible con la intangibilidad de la esperanza. Igual que la duda es perfectamente compatible con la fe. Igual que, a medida que los años avanzan, la poesía acude al encuentro de la religión porque ambas convergen en lo esencial. Igual que la necesidad de autenticidad se hace cada vez más acuciante”.

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