El verano de 1962 del joven Ratzinger

Hace 50 años Joseph Ratzinger preparaba algunos de los documentos más importantes que después se tratarían en el Concilio Vaticano II. Un verano decisivo para él y para la Iglesia.

Gianni Valente recuerda los detalles de ese verano de 1962 en un artículo en Vatican Insider. El joven profesor Joseph Ratizinger, que enseñaba teología en la Universidad de Bonn se apresuraba a estudiar, corregir y terminar los textos previos y borradores de los documentos que después se tratarían durante el Concilio Vaticano II, que iniciaría en noviembre de ese año.

Ratzinger asistía al Concilio como asesor teológico del cardenal Frings, arzobispo de Colonia. No se guardan grandes declaraciones de Ratzinger, sin embargo, Gianni Valente destaca una especialmente llamativa: "Los textos conciliares deberían dar respuesta a las preguntas más urgentes, no juzgando ni condenando, sino usando un lenguaje materno con una amplia presentación de las riquezas de la fe cristiana y de su consolaciones", aseguraba el joven Ratzinger, que con sus 35 años, se enfrentaba a la preparación de un Concilio que más tarde debería poner en práctica.

Se trata de una sencilla declaración, pero en ella se ve el carácter del que más tarde sería elegido Papa. Eminentemente claro y práctico, pero a la vez especialmente conciliador y positivo porque, sin quitar ni cambiar ninguna de las verdades que la Teología explica, pone el acento en los puntos positivos que conlleva vivirla. El verano de 1962, fue sin duda un verano decisivo en el que el Ratzinger comenzó a perfilar su visión de la Teología y su repercusión a nivel mundial. Lo que nunca pensó es que pasados 50 años, recordaría esos meses de trabajo, desde la cátedra de Pedro.

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