A las cinco, en pie

A las cinco, en pie

Se trata de una costumbre arraigada mucho antes de haber sido elegido Papa. Un modo de vivir, una forma de ser. Francisco lleva lenvantándose antes de que ates de que amaneciera desde hace mucho tiempo, también ahora en la Casa Santa Marta.

Largos ratos de oración y de trabajo incansable son los dos pilares sobre los que se alza la jornada de Jorge Bergoglio. Comienza a las cinco de la mañana antes de que saliera el sol en Buenos Aires o ahora en Roma. Inicia la jornada con un largo rato de oración y después celebra la Misa.

A pesar de la rutina que comienza a formarse en su día a día, Francisco pone a cada jornada un pequeño toque de emoción. Al menos a las primeras jornadas de su pontificado. Si grandes anuncios la gran mayoría de los días ha celebrado la misa de las siete de la mañana con trabajadores del Vaticano. Los barrenderos, los empleados de la Casa Santa Marta o los trabajadores de L'Osservatore Romano han podido compartir con él unos minutos. Porque así lo desea Francisco, porque siempre ha sido así y ahora, en esto no es tiempo de cambiar. Cuando termina la Misa se sienta en los últimos bancos para rezar otro poco después de la celebración y espera a que los asiste tes salgan para poder saludarles uno a uno.

Desayuna en la Casa Santa Marta, donde comparte el alojamiento con otros curas y obispos que trabajan en el Vaticano. Ese contacto personal con la realidad, con las personas y con sus problemas es la principal razón por la que ha hecho de Santa Marta su residencia.

Cuenta Juan Boo en su crónica en Abc que su espíritu de sobriedad se vio reforzado durante una de las primeras visitas a la terza loggia, el tercer piso en el que se sitúan las oficinas. Llegó tras la Misa, a las ocho de la mañana. Sin embargo aún no había llegado nadie a trabajar y todas las luces estaban encendidas. La única persona que estaba allí era un bedel que cuando el Papa le preguntó cómo era posible este gasto innecesario de luz él respondió "siempre se ha hecho así". "Con este derroche se podría pagar el sueldo de un sacerdote", dijo Francisco y personalmente fue apagando una por una las luces que sobraban. El suceso corrió de boca en boca y ahora son los mismos empleados vaticanos los que ven estos derroches y terminan con ellos.

La primera parte de la mañana Francisco la dedica a recibir de manera privada a los jefes de los dicasterios vaticanos y después se encuentra con visitantes.

Come temprano y más bien poco. Después descansa una media hora y retoma la actividad. Benedicto XVI rezaba el rosario en la gruta de la Virgen de Lourdes que hay en los jardines vaticanos, aunque por ahora el nuevo Papa no lo ha convertido en costumbre. Prepara homilías, discursos y también los temas que tratar con los grandes del mundo a quienes recibe y recibirá.

Cena temprano porque el día comienza al alba, aunque se dice que en Buenos Aires el ritmo era más intenso, desde la siete de la mañana se encontraba ya con visitas. Quizás cuando instaure su rutina definitiva en el Vaticano deban acostumbrarse a otro ritmo, un primer paso para renovar la Iglesia.

@blancaruizanton

 

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