El balcón del pescador

La plaza de San Pedro esperaba bajo la lluvia. Había grandes posibilidades de que en las votaciones de la tarde los cardenales hubieran llegado a un acuerdo y uno de ellos hubiera alcanzado los 77 votos necesarios. A los nervios del momento se sumó la sorpresa cuando se abrieron las puertas del balcón iluminado.

Las cinco de la tarde pasaron. Era la hora a la que se esperaba la fumata si había acuerdo en la primera votación. Sin embargo ni la espera, ni el mal tiempo impidieron que la plaza de San Pedro se llenara hasta desbordarse. No fue hasta pocos minutos después de las siete de la tarde, cuando al principio de manera tímida, pero después de manera muy abundante el humo comenzó a salir de la chimenea. Y era blanco.

Mientras tanto, en la Capilla Sixtina los cardenales juraban obediencia al nuevo Papa, que el mundo aún no conocía. La vida de uno de ellos había cambiado en tan sólo unos minutos de negro, a blanco. Igual que el color de la sotana que ya nunca más llevará, ya que desde ese momento se vestirá tan solo con el color reservado a los Papas.

Cada una de las miles de personas que se trasladaron hasta el Vaticano para vivir en primera persona este momento histórico tenían una esperanza, una ilusión y, evidentemente un preferido, pero todas coincidían en que querían un Papa para el bien de la Iglesia y que al final no importaba quién fuera el elegido.

Gritos de emoción se alzaron en ese momento. Las seis campanas de la basílica de San Pedro comenzaron a tañir. Signo que confirmaba aún más la elección del Papa porque es tan sólo en las elecciones papales cuando suenan todas a la vez. Poco después, el cardenal protodiácono, el francés Jean Louis Taurán, salía al balcón de la basílica de San Pedro. Gritos, aplausos, emoción contenida, hasta que Jean Louis Taurán pronunció las famosas palabras: "Anuntio vobis gaudium magnun: Habemus Papam. Eminentissimum ad reverendissimum dominus dominun Giorgio Mario Sancte romane ecclesie cardinalem Bergoglio".

Instantes de desconcierto y acto seguido, la plaza estalló de emoción. El cardenal Bergoglio no era especialmente conocido ya que por su carácter discreto no era muy amigo de entrevistas, a pesar de que fue uno de los más votados en el cónclave que eligió a Benedicto XVI. Contento y abrumado, salió a la ventana y pronunció un largo discurso y antes de dar la bendición Urbi et Orbi, recordó a su predecesor, Benedicto XVI y pidió a todos los presentes que rezaran por él: el nuevo Papa de la Iglesia católica: Francisco I.

Esta noche, la primera como Papa, Francisco I la pasará en la Casa Santa Marta, en el apartamento reservado a los cardenales recién elegidos pontífice. Un cardenal que sólo ha escrito un libro, pero con un título demoledor: "El verdadero poder es el servicio". Un Papa que continuará el trabajo de Benedicto XVI, también en esto.

@blancaruizanton

 

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