El asesinato del obispo Padovese sigue siendo un misterio

Han transcurrido cinco días desde el asesinato de monseñor Luigi Padovese, vicario apostólico de Anatolia, Turquía, y todavía no se han despejado las dudas sobre el por qué su conductor, un joven de 26 años, le golpeó salvajemente hasta terminar decapitándolo.

El conductor del obispo, el turco Murat Altun, llegó a la casa del obispo en Iskenderun con su moto, acompañado de su hermano, pero parece que actuó solo, como inspirado por una “revelación divina”, como él mismo declaró.

Este no es el único episodio de violencia contra religiosos cristianos extranjeros. En diciembre de 2007 tras el enésimo ataque a un sacerdote franciscano, el arzobispo de Esmirna, Ruggero Franceschini, dijo: “Una vez más dirán que se trata del acto de un loco. Pero entonces tenemos que admitir que desde hace un año y medio en Turquía los actos perpetrados por locos han aumentado mucho, casualmente contra los religiosos cristianos extranjeros”.

Pocas horas después del asesinato de monseñor Padovese, capuchino, de 63 años, el arzobispo de Esmirna dijo que “Murat no era un enfermo mental. Se había sometido a un chequeo en la clínica de psicología y psiquiatría de la Universidad, pero sólo como un pretexto. También la persona que arrojó un cóctel molotov contra nuestra catedral de San Policarpo fue descrito como un “enfermo mental”. Puede haber siempre alguien que se aproveche de las dificultades psicológicas para estimular a hacer estas cosas”.

El asesino del obispo Padovese, contrariamente a lo que se dijo en un primer momento, no se había convertido al cristianismo y seguía siendo musulmán, según aclaró su abogado. El conductor se había adaptado bien al ambiente de su ciudad y los recientes rumores sobre unas rencillas con monseñor Padovese, que además había hecho de todo para encontrarle un trabajo en Italia y ayudar a su familia, no basta para justificar un asesinato.

Por último, está el misterio de la cancelación del viaje a Chipre la mañana del asesinato. Mons. Padovese había trabajado intensamente en el documento preparatorio del próximo Sínodo para Oriente Medio, como recordó el Papa en la conversación con los periodistas que le acompañaron a la isla el pasado fin de semana.

El vicario apostólico de Anatolia debía haber acompañado de cerca al pontífice durante los tres días de viaje a Chipre, pero al final anuló los dos billetes que había reservado, uno para él y otro para Murat. ¿Por qué? Se ha dicho que el prelado no se encontraba bien; tal vez tuvo un ataque de diabetes. Pero hasta el día anterior no había interrumpido sus actividades pastorales. Y pensar que aquel viaje a Chipre era sin duda uno de los compromisos más importantes del año.

Por Alfonso Bailly-Bailliére

 

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