El Vaticano busca espacios para ubicar a 2 millones de peregrinos

Conforme se aproxima la fecha de la beatificación de Juan Pablo II, comienzan a barajarse cifras sobre el número de peregrinos que podrían invadir Roma el 1 de mayo. Dos millones y medio de peregrinos son muchos, pero tendrán que repartirse en distintas plazas romanas, porque el Vaticano no puede contener a todos. Se habla, entre otros lugares, del Circo Máximo, desde donde se podrá seguir por pantallas gigantes en conexión con la Plaza de San Pedro el rito -fórmula- de beatificación, y posteriormente los fieles participarán en la misa que celebren allí los sacerdotes.Al día siguiente del anuncio de la fecha de beatificación del Papa polaco hubo gente que se subió al avión y viajó a Roma en busca de albergues o residencias de monjas, aunque la mayoría hizo uso de Internet y se puso en contacto telefónico con los diferentes lugares. Los hoteles aprovecharon el momento para hacer su “agosto” y elevaron los precios por habitación; algunos incluso los redoblaron. A día de hoy ya no se encuentran sitios para dormir en la Ciudad Eterna, si no es en casa de algún amigo o pariente que trabaje en Roma. La elección del 1 de mayo como día para elevar a los altares a Karol Wojtyla es “providencial”, según el cardenal José Saraiva Martins, prefecto emérito de la Congregación para las Causas de los Santos, ya que es el inicio del mes dedicado a María, de la que el papa polaco era muy devoto, y en particular, de la Virgen de Fátima (13 de mayo).Refiriéndose al proceso de beatificación del Papa, el purpurado portugués hizo hincapié en que ha sido “muy estricto y se han seguido, como siempre, las normas canónicas vigentes”. Aunque haya sido breve, “no se ha pasado por alto ningún paso”. El cardenal Saraiva siguió de primera mano la fase diocesana, en Roma y en Cracovia y aseguró que Benedicto XVI no dio ninguna instrucción sobre el proceso: “No dijo nada; se limitó a otorgar una dispensa de los cinco años después de la muerte necesarios para iniciar la práctica”.Por lo que concierne al milagro atribuido a la intercesión del Papa Juan Pablo II, la curación de una monja francesa que sufría la enfermedad de Parkinson, “la Iglesia -aseguró- sólo está interesada en la verdad; es decir, saber si esta curación ha sido realmente un milagro”. Los 70 miembros de la Comisión médica del Vaticano encargada de estudiar el caso sólo tenían que verificar si la curación se puede explicar a la luz de la ciencia médica. “No es un asunto de fe, sino de ciencia. Han cumplido con su deber”.No es sorprendente, agregó el cardenal, si en algunos casos, la Comisión también haya solicitado la opinión de especialistas agnósticos: “La fe no tenía nada que ver, ya que se trataba de una cuestión puramente científica”.Por Alfonso Bailly-Bailliére

 

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