El Papa quiere sacerdotes que sepan latín

Consciente de que cada vez esta lengua está perdiendo peso dentro de la Iglesia, Benedicto XVI ha instituido una Pontificia Academia de Latinidad, con la que pretende promover el latín la lengua clásica que une a la Iglesia católica.

Benedicto XVI quiere un refuerzo de latín porque a pesar de ser la lengua oficial de la Iglesia, los estudiantes de Teología y Filosofía, los futuros sacerdotes y no digamos ya el pueblo fiel la conocen cada vez menos. Consciente de la riqueza y unidad que aporta el latín, Benedicto XVI ha hecho el anuncio oficial este fin de semana de la Pontificia Academia de la Latinidad, o lo que es lo mismo, un departamento en el Vaticano para la promoción de este idioma dentro de la misma Iglesia, pero también dentro del mundo del Arte.

El Papa lo dice así: "Parece urgente sostener el empeño para un mayor conocimiento y un uso competente de la lengua latina tanto en el ámbito eclesial como en el mundo de la cultura. Para dar relieve y resonancia a este esfuerzo y a la adaptación de métodos didácticos adecuados a las nuevas condiciones y a la promoción de una red de convenios entre instituciones académicas y estudiosos para revalorizar este rico y multiforme patrimonio de la civilización latina". Promoción del latín, adaptarse a los nuevos métodos de enseñanza para que la riqueza de esta lengua no se pierda, sino que se promueva no sólo en la Iglesia católica sino en el mundo del Arte. Por eso, esta Pontificia Academia para la Latinidad dependerá del Pontificio Consejo de la Cultura.

Estará al frente el sacerdote Antonio Spadaro que, en una entrevista a Andrea Tornielli, asegura que el latín es inmutable, por lo que permite expresar los conceptos clara y sólidamente pero también con una gran riqueza de matices, sin tener que preocuparse por los cambios razonables que las demás lenguas sufren por su uso. "Por eso el latín es la lengua del magisterio, sobre todo en materia dogmática, en donde no se admiten las ambigüedades, y en el ámbito de la liturgia, en la que se encuentran la tierra y el Cielo" afirma Spadaro, reconocido latinista.

La riqueza que encierra el latín está más allá de la unión que proporciona a la Iglesia. Reside también en el valor de los textos que se han escrito durante siglos en esta lengua, a los que Benedicto XVI se niega a perder. 'Alea jacta est', la suerte está echada.

 

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