El Papa pide no ceder a la mentalidad secularizada que propone la convivencia como preparatoria al matrimonio

Cientos de miles de personas acompañaron el pasado fin de semana a Benedicto XVI durante su viaje apostólico a Croacia, cuyo objetivo era participar en la I Jornada Nacional de las familias católicas croatas.

El mensaje del Papa estaba dirigido no solo a las familias croatas, sino a las de toda Europa. El tono fue muy esperanzador a pesar de las dificultades reales. Dio gracias a Dios porque muchas familias cristianas se comprometen seriamente a dar testimonio de Cristo con su ejemplo, en un ambiente impregnado de secularización que lleva a marginar a Dios de la vida y a la disgregación familiar.

Exhortó a contrarrestar la mentalidad reinante que descuida la calidad de las relaciones con las personas y los valores humanos más profundos, “reduciendo el amor a una emoción sentimental y a la satisfacción de impulsos instintivos, sin esforzarse por construir vínculos duraderos de pertenencia recíproca y sin apertura a la vida”.

Por este motivo, quiso animar a las familias cristinas en su esfuerzo por defender “la intangibilidad de la vida humana desde la concepción hasta su término natural, el valor único e insustituible de la familia fundada en el matrimonio, y la necesidad de medidas legislativas que apoyen a las familias en la tarea de engendrar y educar a los hijos”.

En este contexto, el llamamiento de Benedicto XVI a no ceder a la “mentalidad secularizada que propone la convivencia como preparatoria, o incluso sustitutiva del matrimonio”, ha resonado con fuerza en todo el continente europeo, donde el bien de la familia sigue siendo amenazado.

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En un importante discurso pronunciado en el Teatro Nacional de Zagreb ante políticos, académicos, intelectuales, empresarios y líderes religiosos, dijo que la religión no está separada de la sociedad y que la conciencia es fundamental para una sociedad libre y justa.

El Papa volvió a recordar las raíces cristianas del viejo continente y aseguró que si la conciencia, la religión y la moral se relegan al ámbito privado, como pretende “el pensamiento moderno más en boga”, la crisis de Occidente no tiene remedio y Europa seguirá perdiendo terreno.

Alfonso Bailly-Bailliére