El Papa habla sobre el caso de los Vatileaks

Ni Federico Lombardi, el portavoz de la Santa Sede ni Angelo Becciu, Sustituto de la Secretería de Estado, número tres en el Vaticano. Esta vez ha sido el mismo Benedicto XVI el que ha salido al paso del escándalo Vatileaks y ha hablado al mundo de ello.

De manera totalmente inesperada, saltándose el texto previsto para la audiencia general, el Papa ha improvisado unas palabras sobre lo que está viviendo en su propia casa. "Los hechos que se vienen sucediendo en estos días en torno a la Curia y a mis colaboradores provocan profunda tristeza en mi corazón", ha comenzado así un sencillo párrafo que sintetiza lo que el Papa piensa sobre este escándalo sin precedentes.

Y es que la traición no es plato de gusto de nadie, menos con 85 años y cuando viene desde dentro. Sin embargo y aunque razones tendría de sobra, no pierde la confianza en quienes trabajan con él porque sabe que junto a él también hay personas que le son fieles: "Deseo renovar mi confianza, mi aliento a mis más estrechos colaboradores y a todos los que cotidianamente, con fidelidad, espíritu de sacrificio y en silencio me ayudan en el cumplimiento de mi ministerio", ha dicho.

Son palabras medidas, no sobra nada, no falta nada. El Papa sabe exactamente qué quiere decir y así lo ha hecho, como siempre sin miedo. Por eso ha hecho referencia a los medios de comunicación que han amplificado la información "dando una imagen de la Santa Sede que no corresponde a la realidad". Y es que, el objetivo de este Vatileaks está lejos de la idea de purificación, de hacer limpieza por amor al Papa, como aseguraba el cuervo el fin es precisamente el contrario; el desprestigio, la difamación y la calumnia del Papa y de la Iglesia católica.

Se trata de una situación inaudita en el Vaticano y es que nunca se ha llegado tan lejos, a robar documentos confidenciales de la misma mesa del Papa. Ante ello, Benedicto XVI se aferra a lo mismo de siempre, al 'truco' que en sus 61 años como sacerdote siempre le ha funcionado y le ha hecho llegar a ser lo que es y estar donde está. Lo dice él en este párrafo improvisado: "Nunca he dejado de tener la certeza de que, a pesar de las debilidades humanas, de la dificultad y de la prueba, la Iglesia está guiada por el Espíritu Santo y el Señor nunca dejará de prestarnos la ayuda para sostenerla en su camino".

 

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