El Papa de la cruz de hierro

El carisma del papa Francisco reside en su sencillez, en la cercanía y en la humanidad de este nuevo Papa que ha sorprendido a todos desde el mismo momento de su elección.

Desde el traspiés en la sala Clementina durante el encuentro con los cardenales a los que llamó 'hermanos' y no 'señores', con sus discursos que pasan del italiano al español sin previo aviso, hasta la bendición en silencio a los periodistas para respetar a los que no son católicos. Pequeños gestos que muestran su carisma, basado en la sencillez y la cercanía. Por todo esto que ha mostrado en los primeros días de su pontificado y por lo que aún nos queda por ver, el papa Francisco podría titularse el Papa de las sorpresas.

Rupturas del protocolo desde minutos después de su elección, pero no por capricho sino por convicción. Dejarse la cruz de hierro que usaba como obispo, los gastados zapatos negros o el reloj sencillo de correa negra. Recibir a los cardenales dándoles un abrazo, sin dejar que se arrodillen ante él. Ponerse inmediatamente la pulsera de plástico amarillo que un sacerdote de Sudáfrica ha hecho para el Año de la Fe y que el cardenal Napier trajo para el nuevo Papa, o bromear con la elección del nombre y el del Papa que suprimió a los jesuitas.

Sorpresas e improvisaciones que demuestran su cercanía y su espíritu conciliador. Como saludar uno a uno a los asistentes a la misa del domingo en la parroquia de Santa Ana, como haría cualquier otro sacerdote. Después saltarse el protocolo y el cordón de seguridad, fue hasta las vallas para bendecir a las miles de personas que le esperaban fuera. Sin embargo, la ingenuidad es un lujo que pocos se pueden permitir. Y los discursos y apariciones del papa Francisco no se pueden reducir a meros gestos de diálogo o humildad de un hombre bueno. "Antes del perdón debe venir la contrición", palabras de un Papa que desde la elección del nombre viene decidido a poner orden en la Curia y en la Iglesia. "Cómo querría una Iglesia pobre y para los pobres", dijo a los periodistas durante su encuentro. Igual que Benedicto XVI puso su conocimiento teológico para explicar la Fe, el Papa Francisco pone su capacidad de entendimiento y cuidado para reorganizar lo que necesita ser reorganizado.

"Francisco, repara mi Iglesia", escuchó San Francisco de Asís, y de quien ahora este Papa toma el nombre. Cambios, limpieza y restructuraciones que levantarán ampollas a muchos acomodados en las primeras, segundas o terceras filas sin llevar a cabo la misión de la Iglesia, que como dijo el recién elegido Papa no es otra que la de "transmitir la Verdad, el Bien y la Belleza en persona". Esperemos que dentro del Vaticano se sea también consciente de la necesidad de esa renovación, o al menos, dócil a la guía del nuevo sucesor de Pedro hacia la limpieza y la reparación.

@blancaruizanton

 

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