El Papa alaba el cuidado de la liturgia

Durante su visita pastoral a la ciudad italiana de Viterbo, a pocos kilómetros de Roma, el Papa ha hablado de la familia y de la "emergencia educativa", tema éste último que le preocupa enormemente y del que ha ofrecido varias reflexiones en los últimos meses. Además ha mostrado su satisfacción al obispo de la diócesis por el clima recogimiento y el cuidado de la liturgia, algo sobre lo que insiste desde hace tiempo y trata de dar ejemplo en las celebraciones eucarísticas que preside durante sus viajes apostólicos y visitas pastorales.

Benedicto XVI ha recordado una vez más que la educación en la fe, como iniciación cristiana -que hoy necesitan no solo los niños, sino también muchos adultos-, es una tarea en la que están implicadas las parroquias, las familias y las diferentes realidades asociativas. También ha insistido en que un papel importante en este contexto corresponde sobre todo a los catequistas y educadores, así como a la escuela, y en particular la escuela católica.

A los laicos, jóvenes y familias, les ha pedido que no tengan miedo de vivir y de dar testimonio de la fe en los diferentes ámbitos de la sociedad, en las situaciones tan variadas en que se encuentren. Aunque el mensaje no suena a nuevo, para los que viven bajo una presión ambiental que dificulta esta tarea, sirven de aliento estas palabras del Papa.

Benedicto XVI también ha vuelto a dejar claro que, aunque cambien los contextos sociales, sin embargo, “no cambia y no pasa de moda la vocación de los cristianos de vivir el Evangelio en solidaridad con la familia humana, al paso de los tiempos”. Es decir, que en esto se traduce precisamente el compromiso social, el servicio propio de la política, el desarrollo humano integral, del que habla extensamente en su tercera encíclica “Caritas in veritate”.

Es interesante resaltar que, durante el encuentro del domingo pasado en Bagnoregio, ciudad natal de San Buenaventura (1218-1274, discípulo de Francisco de Asís, obispo y doctor de la Iglesia), el Pontífice volvió a tocar el tema de la esperanza, relacionándola directamente con el porvenir de nuestro mundo, algo que supone una interrogación para todos, sobre todo cuando nos inundan los problemas y no nos dejan ver claro el horizonte.

La respuesta del Santo Padre es que solo la “gran esperanza-certeza” nos asegura que, a pesar de los fracasos personales y contradicciones de la historia, “nos custodia el poder indestructible del Amor”. Una bonita lección, que nos anima a vivir pensando en que en este mundo transitamos por un camino que tiene una meta clara y definitiva en la “promesa del encuentro con Dios”, como dice el Papa.

 

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