El Papa confía en que el G-8 apueste por el verdadero progreso de los pueblos

Aprovechando la celebración de la cumbre de los ocho “grandes del mundo”, como gusta bautizar a las potenciales mundiales que se han reunido del 8 al 10 de julio en la ciudad italiana de L’Aquila, el Papa ha acogido en el Vaticano a varios jefes de Estado y de Gobierno.

Ayer el Santo Padre recibió al presidente de Corea del Sur, Lee Myung-Bak, con quien analizó la situación política y social de la península coreana y los efectos de la crisis económica en los países más pobres. También hablaron de las relaciones bilaterales, del diálogo ecuménico e interreligioso y de la cooperación entre la Iglesia y el Estado en el sector educativo y social.

Una hora antes, el Pontífice se entrevistó con el primer ministro de Australia, Kevin Rudd, con quien recordó su viaje a Sydney en julio de 2008 para la Jornada Mundial de la Juventud y trataron de la actual situación internacional y regional, haciendo una referencia especial al respeto de la libertad religiosa y a los problemas ambientales.

El pasado día 7 el Papa recibió al primer ministro de Japón, Taro Aso, que es católico. Durante el coloquio privado analizaron la crisis económica mundial y el compromiso de Tokio y de la Santa Sede para ayudar a África.

El miércoles, después de la audiencia general, recibió a las esposas de varios de los jefes de Estado y de Gobierno que asisten a la cumbre del G-8, entre ellas las primeras damas de México, Margarita Zavala de Calderón, y la mujer del primer ministro británico, Sarah McCaulay.

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Sin duda, el encuentro más esperado será el de esta tarde con el presidente estadounidense, Barack Obama, que subirá al apartamento del Palacio Apostólico Vaticano para entrevistarse por primera vez con Benedicto XVI.

Mañana sábado concluirá la ronda de visitas con la audiencia al primer ministro de Canadá, Stephen Harper, otro de los líderes del G-8.

El Santo Padre espera y ha pedido oraciones para que de esta cumbre salgan orientaciones útiles al verdadero progreso de todos los pueblos, especialmente de los más pobres.