Intrigas, rumores y complots en los muros vaticanos

El vaticano está viviendo su propio wikileaks. "Vatileaks" lo llamó el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi. Documentos que se filtran y rumores que se dan por seguros a pesar de tener fundamentos poco sólidos. Así están las aguas en el Estado más pequeño del mundo pero también el más influyente.

Una denuncia sobre corrupción y el supuesto complot que acabaría con Benedicto XVI en menos de un año, son las noticias que han dado la vuelta al mundo estas últimas semanas. Nada nuevo y, sobre todo, nada confirmado. No hay que negar que existen intereses políticos, y que ser Sumo Pontífice es un cargo suculento para quienes ven en él "poder". Para otros, que en cambio ven en el cargo de sucesor de Pedro la carga y el peso de ser pastor de almas -de los 1.181 millones de católicos en el mundo-, ser elegido Papa no es un puesto que precisamente deseen.

El periódico italiano "Il Fatto quotidiano" abría hace unos días con las intrigas, los rumores y los chismes que el cardenal Paolo Romeo de Palermo daba por seguros entre los platos de una cena con hombres de negocios durante un viaje a Pekín.

La intriga: que Benedicto XVI moriría en el plazo de un año. Los rumores: la mala relación entre el secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, y el Papa. El chisme, esta vez con nombre propio: Angelo Scola, nuevo arzobispo de Milán, sería el próximo papa.

La intriga, el chisme y los rumores llegaron al Vaticano en un documento firmado por el cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos y con el sello de confidencial. Cuando se le preguntó al cardenal Castrillón sobre su papel dentro de esta trama, respondió su secretario: "El cardenal pide que se pregunte a quien publicó esa información". Quien calla, otorga. Mejor dejar calmar las aguas.

Para ser precisos, hay que decir que, en las cartas publicadas por el periódico italiano, el cardenal Romeo no habla en ningún momento de "complot para acabar con el Papa" y que las misivas a las que hace referencia "Il Fatto quotidiano" eran las originales. Las recibidas que se recibieron en la Secretaría de Estado vaticano.

Antes de que saltara ese supuesto complot, ya había sonado la carta que el arzobispo Carlo Maria Viganò escribió al Papa alertándole de la corrupción entre proveedores de la Ciudad del Vaticano y contra la que intentaba luchar en el Governatorato vaticano. Poco después, Viganò fue cesado en el cargo vaticano y enviado a Estados Unidos.

El vaticanista Andrea Tornielli resume así esta auténtica novela: "La única verdadera noticia reside en el hecho de que una nota -auténtica, aunque casi evidentemente incoherente- enviada por un cardenal al Papa y que ha pasado por la Secretaría de Estado hace poco más de un mes, está a disposición de los medios de comunicación. Una señal de que la publicación de las cartas de monseñor Viganò al Papa y al cardenal Bertone, como también de los apuntes y la nota sobre el Ior, además de otros documentos de los cuales se ha venido discutiendo estos días, forma parte de una estrategia y se insertan en una evidente lucha interna en el Vaticano, cuyo resultado es incierto aunque seguramente devastador. Una lucha que tiene como telón de fondo no sólo la sucesión del cardenal Bertone, sino también el cónclave".

Benedicto XVI es consciente de ello. Por eso ha repetido en varias ocasiones que lo único que debe temer la Iglesia son los enemigos que están dentro de ella.

 

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