Francisco, en el comedor social del Vaticano
Normalmente los martes los papas no mantienen encuentros oficiales ni reciben visitas. Es, por así decirlo, su día libre. Sin embargo Francisco visitó la tarde de este martes la casa del 'Dono di María' que las Misioneras de la Caridad tienen a pocos metros del Vaticano.
Todos los días desde hace 25 años en una esquina del Vaticano hacen cola algunas personas sin recursos. Esperan ante una puerta verde a que una de las monjas vestidas con shari blanco y azul que viven tras ella les abra y puedan comer y asearse. Lo que hay tras esa puerta es más que un comedor social, es una casa. Se llama 'Dono di Maria' y allí viven algunas Misioneras de la Caridad que llevan el comedor para hombres y una pequeña casa de acogida para mujeres y ancianas.
Una casa que Juan Pablo II pidió explícitamente a Madre Teresa que fundara en el Vaticano. El número de personas necesitadas en los alrededores del Vaticano siempre es alto, vienen buscando ayuda y la caridad de quien visita la basílica de San Pedro. Juan Pablo II visitó esa casa en ocho ocasiones, Benedicto XVI una vez. Este martes ha sido el turno de Francisco, quien ha aprovechado su día libre para visitar a sus vecinas. Y es que desde la Casa Santa Marta, donde vive el Papa hasta el Dono de María tan solo les separa el aula Pablo VI. Son escasos metros los que separan al Francisco de una realidad tan fuerte como la que encarnan algunas de las personas que pasan por esa casa buscando un poco de ayuda y de caridad.
El carisma de las Misioneras de la Caridad es ayudar en las zonas más necesitadas a los que más lo requieren. Sin duda su presencia en el corazón del Vaticano es un tirón de orejas y un recuerdo permanente de que los más pobres entre los pobres están mucho más cerca de lo que a veces se imagina. Y esta visita del Papa de la cruz de hierro, que renuncia a vivir entre los frescos de Rafael del palacio apostólico o que le besen el anillo del pescador es un breve encuentro con las Misioneras de la Caridad y con las señoras necesitadas que viven allí para llevar el cariño del Papa y de la Iglesia universal por los más necesitados, dando forma a sus famosas palabras: "Una Iglesia pobre y para los pobres".