El “Family Day” de Italia, un precedente para la manifestación por la vida

El periódico de opinión "Il Foglio", dirigido por Giuliano Ferrara, un periodista italiano, inconformista, no políticamente correcto, que piensa lo que dice y dice lo que piensa, escribe que las políticas pro aborto de Zapatero compactan a las jerarquías y a la base.

La campaña otoñal de la Conferencia Episcopal Española, hace notar el articulista, iniciará el próximo 17 de octubre en Madrid con una manifestación que los organizadores prometen que será oceánica, contra el último proyecto de ley aprobado por el gobierno Zapatero y que concede a las menores entre los 16 y los 18 años abortar sin el consentimiento de los padres.

Esta iniciativa es muy similar al "Family Day" italiano, que se celebró en la Plaza de San Juan de Letrán en mayo de 2007, en el que más de un millón de personas afirmaron el valor de la familia como unión entre un hombre y una mujer, abierta a la generación, y como centro de la vida social, cultural, económica. En aquella ocasión también pidieron a los políticos que sostuvieran realmente la vida familiar.

Como ocurriera en el “Family Day”, dice el periódico, quien dará la cara esta vez no será directamente la jerarquía, sino los laicos, sobre todo movimientos eclesiales y asociaciones. Los obispos, sin embargo, permanecerán detrás, no en las primeras filas, para evitar que el gobierno fotografíe únicamente a los prelados y diga que la Iglesia -osea los obispos según su entender- protesta contra la ley del aborto.

El objetivo, sostiene “Il Foglio”, es doble: hacer hincapié en las convicciones del pueblo favorables a la vida -que son mayoría- y sostener a los católicos que trabajan en el campo médico y farmacéutico a través de la objeción de conciencia “de categoría” y no meramente “personal”.

El paralelismo con el modelo italiano llevado a cabo por el entonces presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, el cardenal Camillo Ruini, es evidente: la base lucha para no retroceder sobre los temas y principios definidos por Benedicto XVI como “no negociables” y la lucha, aunque sea de pueblo, es sostenida, desde la retaguardia, por la jerarquía.

En definitiva, la línea es clara: comprometerse unidos en la batalla por defender los valores, sin retroceder ante los malos resultados aparentes o dificultades que se presenten.

Por Alfonso Bailly-Bailliére

 

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