La condena a la joven Bibi ha sido un montaje para discriminar a la minoría cristiana

El ministro federal para las minorías, Shahbaz Bhatti, presentó ayer al presidente de Pakistán, Asif Ali Zardari, el informe sobre el caso de Asia Bibi, la mujer cristiana condenada a muerte por blasfemia por un tribunal local a principios de noviembre, después de más de un año de prisión.

Según la agencia AsiaNews, en uno de los principales periódicos de lengua inglesa de Pakistán se publicó la noticia de que el ministro Bhatti había presentado su informe al presidente del país, recomendándole la concesión del indulto a Asia Bibi.

En medio de este ambiente de tira y afloja entre los que exigen que se libere a la joven y quienes sin embargo se oponen, se vivió ayer una gran tensión en la ciudad de Ferozewala, cuando una cadena privada de televisión dio la noticia de la liberación de la mujer.

Para saber si era cierto, la gente empezó a solicitar información a la prisión del distrito de Sheikhupura. Los responsables desmintieron la noticia, confirmando que Asia Bibi seguía detenida en su celda.

El portavoz de la Presidencia de la República, Farhatullah Babar, dijo a AsiaNews que el presidente examinará la solicitud de clemencia presentada por la familia cuando llegue. Mientras tanto, los abogados han decidido hacer huelga como signo de protesta contra la declaración del Gobernador de Punjab, Salman Taseer, que se ha pronunciado sobre la inocencia de Asia Bibi.

Los abogados argumentan que la mujer ha tenido un proceso justo y transparente y han lanzado una advertencia al gobierno para que no la libere. Bibi ha asegurado que antes de ser entregada a la policía fue acusada de haber sido violada por quienes la acusan de vilipendio a Maoma.

Por si fuera poco, los partidos religiosos están presionando al presidente para que no indulte a Asia Bibi, amenazando con realizar manifestaciones en todo el país si Zardari firma la medida de clemencia.

Quizá a estas horas la joven de 37 años, madre de cuatro hijos, haya sido liberada plenamente. Lo que parece claro -no era difícil sospecharlo desde el inicio- es que la condena ha sido un montaje para hacer pesar sobre la minoría cristiana (el uno por ciento de los 170 millones de paquistaníes) la discriminación y una explotación que se enriquece con nuevos intereses y pretextos.

Por Alfonso Bailly-Bailliére

 

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