Benedicto XVI habla de De Gasperi pero piensa en Berlusconi

"¡Aguanta, Berlusconi!", le gritaron algunos simpatizantes de su partido a Silvio Berlusconi cuando depositó el voto en Milán el domingo pasado en la segunda vuelta de las elecciones municipales y provinciales que se celebraron en Italia.

"Claro que aguanto, ¿por qué no debería hacerlo?", contestó sonriente el Cavaliere, como tratando de tranquilizarles y de quitar hierro a la campaña orquestada sobre todo por los medios de comunicación afines a la oposición -el Partido Democrático liderado por Dario Franceschini- que tratan de dañar la imagen del líder de Forza Italia con “petegolezze” (chismes), como dicen en Italia.

Aunque se trata de hechos que conciernen a la esfera privada, "el premier es una persona pública y tiene responsabilidades públicas. Por eso, es absolutamente necesario que desmienta las acusaciones, no con palabras, sino con hechos. No debe ilusionarse con que la Iglesia calla. Los obispos tienen una precisa moral que hay que defender”, dijo recientemente el arzobispo de Lanciano y Ortona, en una entrevista con el Corriere della Sera.

Las relaciones de Berlusconi con Benedicto XVI han sido hasta ahora cordiales. En las dos ocasiones en que se han encontrado oficialmente –en noviembre de 2005 y junio de 2008- se respiró un clima cordial, como suele ser en este tipo de audiencias con jefes de Estado y de gobierno. En la última ocasión, por ejemplo, se afrontaron temas concernientes a la situación italiana y a la contribución de la Iglesia católica a la vida del país. También se examinaron las perspectivas de desarrollo espiritual, ético y social del continente europeo.

Algunos medios de comunicación consideran una crítica velada del Santo Padre al “comportamiento” del presidente del Consejo de Ministros italiano, la alusión al ejemplo de rectitud moral y de coherencia con los valores cristianos de Alcide De Gasperi, el fundador de la Democracia Cristiana, estadista de fama internacional.

En la audiencia del sábado pasado a los miembros del Consejo de la Fundación Alcide De Gasperi, Benedicto XVI destacó la “reconocida rectitud moral de De Gasperi, basada en una fidelidad intachable a los valores humanos y cristianos, así como la serena conciencia moral, que le guió en las decisiones políticas”.

El testimonio cristiano de un personaje como De Gasperi, que no hizo sino cumplir con su deber, sin ceder nunca a compromisos con su recta conciencia, puede ser un buen espejo en el que mirarse en tiempos revueltos. Y tiempo más que revueltos para Berlusconi, cada día en más aprietos.

 

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