Año Jubilar de la Iglesia vietnamita: ocasión para la comunión eclesial y la evangelización

El Santo Padre se ha unido a la conmemoración del Año Jubilar que celebra la Iglesia de Vietnam, con un mensaje al obispo Pierre Nguyen-Van-Nhon, de Dalat, presidente de la Conferencia episcopal del país. La apertura de este jubileo coincidió con la festividad de los 117 mártires vietnamitas.

Por este motivo, el Papa ha pedido que el recuerdo de este testimonio ayude a los fieles de este país asiático a “intensificar su caridad, acrecentar su esperanza y consolidar su fe, que la vida cotidiana a veces pone a prueba”.

El hecho de que el lugar elegido para la apertura de las celebraciones haya sido So-Kiên, en la archidiócesis de Hanoi, sede del primer vicariato apostólico en Vietnam, supone un incentivo para la evangelización profunda y la transmisión de los “valores evangélicos de la caridad, la verdad, la justicia y la rectitud”, dice el pontífice.

Benedicto XVI propone vivir el Año Jubilar como un tiempo de gracia propicio para reconciliarse con Dios y con el prójimo. Para ello, exhorta a tener la valentía de reconocer las faltas cometidas en los años pasados y en el presente “contra los hermanos en la fe y contra los compatriotas y a pedir perdón”.

A parte del reconocimiento de los errores y de la solicitud de perdón por ellos, el Papa aprovecha para sugerir dos cosas: el fortalecimiento y enriquecimiento de la comunión eclesial y la edificación de una sociedad justa, solidaria y equitativa a través de las armas del “diálogo auténtico, el respeto mutuo y la sana colaboración”.

Vídeo del día

Abascal: “Hemos asistido a un bochorno internacional de consecuencias incalculables”

 

El Papa también espera que uno de los frutos del Jubileo sea la renovación del anuncio del Evangelio a todas las gentes y el esfuerzo por ser siempre más “una Iglesia de comunión y misión”.

Como cabeza de la Iglesia católica, Benedicto XVI transmite su saludo a los religiosos, religiosas y laicos de Vietnam, a quienes asegura que están siempre presentes en su recuerdo y oración cotidianas y anima a los obispos a “testimoniar con valor y perseverancia la grandeza de Dios y la belleza de la vida en Cristo”.

Por Alfonso Bailly-Bailliére