Esto es lo que ha dicho el cardenal Blázquez sobre los abusos: “La Iglesia tiene la firme decisión de erradicarlos”

El presidente de la Conferencia Episcopal inaugura la Asamblea Plenaria advirtiendo también que “no es legítimo abrigar sospechas sin fundamento”

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Blázquez, a la derecha, junto con Cañizares y Rouco

El cardenal Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española ha inaugurado la 112ª Asamblea Plenaria de los obispos con un discurso en el que ha tocado varios puntos, entre ellos, el Sínodo de los Obispos que se ha celebrado recientemente en Roma, y ha recordado que “el proceso sinodal está aún abierto hasta que sea recibido por las Iglesia particulares e impulse su puesta en práctica”.

También se ha referido a la vocación y a las vocaciones y se ha detenido a analizar algunos puntos del documento final del Sínodo de los Obispos y se ha referido al 139: “La vocación es el fulcro en torno al cual se integran todas las dimensiones de la persona”.

Asimismo, ha mencionado a Pablo VI y a la Iglesia en España, indicando, entre otras cuestiones, el talante dialogador del Papa del concilio Vaticano II: “El diálogo requiere unas actitudes de apertura en los interlocutores para discutir las cuestiones sobre las que tienen competencia y dentro de un marco general compartido”, ha apuntado Blázquez.

El escándalo de los abusos

Pero sin duda, las palabras que más eco han tenido entre los obispos y la sociedad, han sido su contundente referencia a los abusos sexuales.

Estas han sido sus palabras:  

“A continuación, quiero citar las palabras del Documento sobre una cuestión, que nos viene ocupando y preocupando. Me refiero a los abusos y el comprensible escándalo que han suscitado”

“En el apartado “Reconocer y reaccionar a todos los tipos de abuso”, del capítulo II de la parte I se dice lo siguiente: “Los diversos tipos de abuso realizados por algunos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos provocan en quienes son víctimas, entre los cuales muchos jóvenes, sufrimientos que pueden durar toda la vida y a los que ningún arrepentimiento puede poner remedio. Tal fenómeno está difundido en la sociedad, toca también a la Iglesia y representa un serio obstáculo a su misión. El Sínodo reitera el firme compromiso de adoptar rigurosas medidas de prevención que impidan repetirse, a partir de la selección y de la formación de aquellos a los que serán confiados tareas de responsabilidad y educativas (n. 29 titulado “Fijar la verdad y pedir perdón”)”.

Doble vida y vacío espiritual

“El número siguiente titulado “ir a la raíz” dice esto: “Existen diversos tipos de abuso: de poder, económicos, de conciencia, sexuales. Es evidente el deber de erradicar las formas de ejercicio de la autoridad en las cuales se insertan y de combatir la falta de responsabilidad y transparencia con las cuales muchos casos se han tratado. El deseo de dominio, la falta de diálogo y de transparencia, las formas de doble vida, el vacío espiritual, como también las fragilidades psicológicas son el terreno en el cual prospera la corrupción. El clericalismo, en particular, “nace de una visión elitista y excluyente de la vocación, que interpreta el ministerio recibido como un poder a ejercitar más  que como un servicio gratuito y generoso a ofrecer; y esto conduce a la pretensión de pertenecer a un grupo que posee todas las respuestas y no tiene necesidad de escuchar y aprender nada o fingir escuchar” (Papa Francisco, 3 de octubre de 2018).

Agradecimiento a los que han denunciado

“Por fin, en el número 31, titulado “Gratitud y estímulo” se escribe lo siguiente: <<El Sínodo expresa el agradecimiento a los que han tenido la valentía de denunciar el mal padecido; ayudan a la Iglesia a tomar conciencia de cuanto ha ocurrido y de la necesidad de reaccionar con decisión. Aprecia y anima también el compromiso sincero de innumerables laicos y laicas, sacerdotes, consagrados, consagradas y obispos, que diariamente se entregan con honestidad y dedicación al servicio de los jóvenes. Su obra es como un bosque que crece sin hacer ruido. También muchos de entre los jóvenes presentes en el Sínodo han manifestado la gratitud a aquellos por los que han sido acompañados y han repetido la gran necesidad de figuras de referencia”.

 

“El Señor Jesús, que nunca abandona a su Iglesia, le ofrece la fuerza y los medios para un nuevo camino. Confirmando la línea de las oportunas “acciones y sanciones necesarias” (Papa Francisco, Carta al pueblo de Dios, 20 de agosto de 2018, n. 2), y consciente de que la misericordia exige la justicia, el Sínodo reconoce que afrontar la cuestión de los abusos en todos sus aspectos, también con la preciosa ayuda de los jóvenes, puede ser verdaderamente una oportunidad para una reforma de alcance epocal>>.

El mundo, indignado por los abusos

“En el número 166 que pertenece a la conclusión del Documento podemos leer lo siguiente: <<Nosotros debemos ser santos para poder invitar a los jóvenes a serlo. Los jóvenes han pedido con voz fuerte una Iglesia auténtica, luminosa, transparente, gozosa. ¡Solo una Iglesia de los santos puede estar a la altura de tales exigencias! Muchos de ellos la han dejado porque no han encontrado allí santidad, sino mediocridad, presunción, división y corrupción. Desgraciadamente el mundo está indignado por los abusos de algunas personas de la Iglesia en lugar de ser reanimado por la santidad de sus miembros. ¡Por esto la Iglesia en su conjunto debe realizar un decidido, inmediato y radical cambio de perspectiva! Los jóvenes tienen necesidad de santos que formen a otros santos, mostrando así que “la santidad es el rostro más bello de la Iglesia” (Papa Francisco, Gaudete et exsultate, n. 9). Existe un lenguaje que todos los hombres y mujeres de todo tiempo, lugar y cultura pueden comprender, porque es inmediato y luminoso: es el lenguaje de la santidad>>.

La Iglesia reconoce los abusos

El Documento final del Sínodo no necesita exégesis, sino lectura atenta. “Humildad es andar en verdad”, escribió Santa Teresa de Jesús. Los pecados deben ser reconocidos humildemente ante Dios y sin pretextos ante los hombres. No se deben encubrir los abusos ni darles una respuesta equivocada. Nos acogemos todos a la misericordia inmensa y eterna de Dios. El pecado, además de poseer una dimensión individual, hiere a la Iglesia y causa daño a otras personas. La Iglesia reconoce abiertamente los abusos de diversa índole y tiene la firme decisión de erradicarlos; también agradece la dedicación paciente de tantos cristianos, ministros, consagrados y laicos. No es legítimo abrigar sospechas sin fundamento. ¡Queridos hermanos sacerdotes, muchas gracias por vuestra vida servicial y sacrificada!

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