Apoyo de los obispos españoles a la residencia “Mosén Sol”, un proyecto para el tratamiento de problemas personales de los sacerdotes españoles

Cuenta con el apoyo directo del Papa Francisco. Una de las dificultades de los sacerdotes es el modo de gestionar la soledad

El equipo de Operarios de la Residencia Mosén Sol con el Obispo de Castellón (en el centro) y a su izda. el director general, D. Florencio Abajo.
El equipo de Operarios de la Residencia Mosén Sol con el Obispo de Castellón (en el centro) y a su izda. el director general, D. Florencio Abajo.

Hace unas pocas semanas, el portal italiano de información eclesial Settimananews.it publicaba un amplio reportaje titulado “Pequeña Betania. Un hogar para sacerdotes quebrados”.

Se trata de una residencia para sacerdotes con problemas en la localidad francesa de Mesnil-Saint-Loup, un pueblo rural del departamento de Aube, 25 kilómetros al oeste de la ciudad de Troyes.

Esa casa está destinada a estancias de recuperación de sacerdotes y religiosos a través de tratamientos médicos, psicológicos y psiquiátricos, vida en común, oración, la participación en los servicios y el cuidado de la casa y del entorno.

Apoyo directo del Papa Francisco

Ante el incremento de este tipo de problemas en los sacerdotes diocesanos españoles –los religiosos suelen tener en su Congregación proyectos específicos para este tipo de problemas-, los obispos han manifestado su apoyo a la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos que ha puesto en marcha un proyecto similar, la residencia “Mosén Sol” situada en el municipio Las Alquerías del Niño Perdido, de Castellón.

Una residencia, gestionada por la Hermandad de los Sacerdotes Operarios Diocesanos, que, según ha podido saber Religión Confidencial, cuenta con el apoyo directo del Papa Francisco –que ha invitado a algún sacerdote u obispo a una estancia allí-, y que está bajo la supervisión de la Comisión Episcopal del Clero de la Conferencia Episcopal Española.

Esta iniciativa se ha comunicado a todos los obispos españoles. Han sido varios ya los que se han acercado a conocer el proyecto. Alguno, incluso, ha invitado a un sacerdote diocesano a participar en él.     

Inaugurada por el obispo de Castellón 

No es mucha la información pública que existe sobre este proyecto que inauguró el obispo de Castellón, monseñor Casimiro López Llorente, en el mes de enero de 2020. La discreción es una condición necesaria no solo para los obispos y sacerdotes que allí ingresan sino para la viabilidad del proyecto.

Religión Confidencial ha podido recabar información sobre esta iniciativa que está teniendo éxito ya desde los primeros meses de su funcionamiento. Para garantizar esa necesaria discreción no se ofrece ninguna referencia personal de las fuentes con las que hemos conversado.

Según se dice en la página web de los Operarios Diocesanos, “el proyecto cuenta con un equipo de tres operarios que garantiza la vida comunitaria y fraterna de la residencia y coordina el trabajo de un grupo de profesionales que atienden todas las dimensiones de la persona”.

 

Que los sacerdotes se sientan escuchados

El director de la Casa es Operario Diocesano Padre Emilio Lavaniegos, reacio a hacer declaraciones a los medios. Comentó el día en que se inauguró el proyecto que pretendían que los sacerdotes que fuera allí se sintieran “escuchados y pudieran hablar en verdad, ya que esto ayuda mucho. Contamos para ello con el soporte profesional de psicólogos y otros profesionales”.

En la única entrevista que se le conoce, a la cadena COPE, el P. Emilio insistía en que tanto en la vida matrimonial como en la sacerdotal hay momentos en los que se necesita ayuda. “Desde la residencia se ofrece un trabajo personal que dura 6 meses en los que el sacerdote se separa de su ministerio para luego retomarlo. Después se ofrece un acompañamiento durante tres años. Lo más valioso que podemos ofrecer como Hermandad -ha subrayado- es una comunidad que acoge fraternalmente. Además contamos con un equipo formado fundamentalmente por psicólogos y médicos”, añadió.

La soledad del sacerdote 

Recordó que las principales dificultades de los sacerdotes tienen que ver en muchos casos con su modo de gestionar la soledad. También insistió, haciendo referencia a palabras del Papa Francisco, en que son muchos los sacerdotes que trabajan fielmente y que "un árbol que cae hace mucho ruido, pero sin árboles que crecen no habría rumor".

En la actualidad, participan de la vida en esta residencia una docena de residentes con problemas muy diversos, desde patologías de carácter psicológico hasta adicciones de muy diversa naturaleza.

Los sacerdotes que allí ingresan cuentan con el apoyo del obispo, que se responsabiliza del seguimiento del residente. Algún obispo español lo está haciendo personalmente, otros a través de un vicario o persona encomendada para el caso.

Tres etapas en la recuperación

Según relata quien sabe del proyecto, la residencia cuenta con un equipo médico compuesto con facultativos, tanto generales como de atención especializada, enfermería y psicólogo, para atender a los sacerdotes.

El programa de atención y de recuperación tiene tres etapas: valoración integral de la situación personal, permanencia prolongada de seis meses y un seguimiento de hasta tres años.

El equipo de los sacerdotes operarios de la Residencia Mosén Sol ofrecen un servicio de acompañamiento personal en el que se cuida particularmente la vocación sacerdotal con una intensa vida espiritual.

En el folleto de presentación del proyecto enviado a los obispos españoles se cita la Ratio fundamentalis del sacerdocio para recordar que “el sacerdote no solo aprende a conocer a Cristo, sino que, bajo la acción del Espíritu Santo, se halla dentro de un proceso de gradual y continua configuración con Él, en su ser y en su hacer, que constituye un reto permanente de crecimiento interior de la persona”.

Apoyo de la Comisión del Clero

La Residencia Mosén Sol, situada al lado del Monasterio del Sagrado Corazón de las Carmelitas Descalzas de Las Alquerías del Niño Perdido, se fundó gracias al sacerdote operario Jeremías Melchor. Desde 1967 fue casa de espiritualidad para aspirantes de los Operarios, y a partir de 1976 residencia para sacerdotes mayores. También acogió a numerosos grupos diocesanos hasta que, en 2003, el equipo que mantenía la casa se retiraron por razones de edad.

Para esta nueva etapa, la reforma de la residencia se realizó desde los meses octubre a noviembre de 2020.

La Comisión Episcopal del Clero está formada por los obispos Joan Enric Vives, como presidente, Julián Barrio, Celso Morga, Francisco Cerro, Luis J. Argüello, Francisco Cases, Bernardo Álvarez, Gerardo Melgar, Eusebio Hernández Sola, Francisco Jesús Orozco, Salvador Cristau, Sebastián Chico y Fernando Valera. Éste último manifiesta una particular sensibilidad y cuidado de seguimiento sobre la marcha de este proyecto.

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