Entrevista de Religión Confidencial

Obispo Mario Iceta: “Echo de menos que instituciones católicas no se posicionen más ante la ideología de género”

Responsable de Familia de la CEE, afirma que los cristianos deben hacerse presentes en el debate ideológico: “Tenemos que asumir esta responsabilidad sin más dilación”

El obispo Mario Iceta con familias de su diócesis.
El obispo Mario Iceta con familias de su diócesis.

El obispo de Bilbao, Monseñor Mario Iceta, presidente de la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida, ha trasladado a Religión Confidencial la preocupación que tiene la Conferencia Episcopal sobre la ideología de género y los proyectos legislativos en España. En la última Asamblea Plenaria, esta Subcomisión presentó un estudio que analiza esta corriente ideológica.

Algunos católicos no consideran peligrosa la ideología de género. Otros, en cambio, alertan diariamente de los riesgos. ¿Cuál es su opinión?  

Tengo la sensación de que la sociedad está como adormecida en muchos aspectos de la vida social y de la cultura contemporánea que condicionan elementos fundamentales de la existencia humana. Sobre todo en el campo de las ideologías. Éstas, como en todas las cuestiones que afectan a las ideas y al pensamiento, pueden y deben someterse a una crítica adecuada. El debate sobre las ideas no puede ser anulado. Y echo de menos que instituciones católicas de pensamiento, culturales, universitarias, así como medios de comunicación, asociaciones, grupos profesionales y pensadores católicos o que al menos, profesan el humanismo cristiano, se posicionen en estos debates y ofrezcan sus reflexiones para esclarecer aspectos fundamentales acerca de la verdad sobre el ser humano, de su vocación y su misión, así como sobre los elementos irrenunciables que construyen una sociedad justa, verdadera, humana y fraterna. El hacerse presente en este debate ideológico es hoy más necesario que nunca y debemos asumir esta responsabilidad sin más dilación.


¿Ha mantenido usted conversaciones con ideólogos de esta corriente? ¿Algún consejo para dialogar desde el respeto? 

En primer lugar me gustaría decir que este debate no tiene que ver con el profundo respeto, acogida y aprecio a toda persona, con independencia de cualquier condicionamiento del tipo que sea. Todos estamos llamados a la santidad. Esta es la vocación fundamental del ser humano. Pero aquí estamos hablando de una ideología. Y como he dicho anteriormente, toda ideología puede y debe ser sometida a una crítica y a un debate serio y profundo. A este respecto, no he tenido oportunidad de hacerlo. La reflexión eclesial sobre este asunto es abundante tanto en el Magisterio del Papa, como de la Conferencia Episcopal, como el de muchos obispos. Pero pienso que no interesa conocer la reflexión que ofrece la Iglesia y se evita entrar en el debate de ideas. Estamos dispuestos a este debate respetuoso, argumentado y sereno. Alguien me dijo que suele ser muy difícil debatir con las ideologías, porque no se suelen prestar a ello.


¿Cómo podemos los cristianos frenar la proposición de Unidos-Podemos?

Al estar en este momento ya en sede parlamentaria, el resultado depende de los partidos políticos presentes en la cámara. Creo que es muy importante seguir ofreciendo los argumentos que hagan ver lo que realmente subyace en el fondo de estas proposiciones y valorar el modo en que condicionará seriamente el desempeño de muchos ámbitos esenciales de la vida personal, familiar, profesional y social. También habría que recordar que la sociedad y, en especial, las instituciones estatales, están llamadas a garantizar y favorecer la genuina identidad de la vida familiar y a evitar y combatir todo lo que la altera y daña. Como afirma el compendio de la doctrina social de la Iglesia, una auténtica democracia es posible solamente en un Estado de derecho y sobre la base de una recta concepción de la persona humana.


 

¿Qué consejo da a los padres para defender sus derechos y que no le impongan esta ideología por ley? 

Es muy duro y muy difícil para una familia abordar a solas esta situación. Enfrentarse a una dirección de un colegio o a una institución es complicarse la vida, y esto echa para atrás a muchas personas. Y quienes coartan los derechos, lo saben. Por eso, para defender sus derechos, es muy importante que las familias se asocien y actúen juntas, ayudadas por entidades que conocen los mecanismos adecuados para hacer valer los derechos fundamentales que les asisten. A este respecto, me llegan noticias de que el asociacionismo familiar no pasa por sus mejores momentos. Quizás sea fruto del individualismo exacerbado del que habla el Papa, en el que vive gran parte de la sociedad. Por eso, estimo muy conveniente reactivar este asociacionismo familiar y de otros estamentos de la sociedad -profesores, profesionales…- y ser principalmente propositivos. Ir por delante de la aparición de los problemas.


Ante estos desafíos, hay personas que piden a la Iglesia que debe evolucionar..

La Iglesia posee una rica y profunda reflexión acerca del amor humano, de la dignidad de la vida, de la vocación al amor y a la santidad. Es un corpus doctrinal enraizado en la Palabra de Dios, la Tradición, el Magisterio, y en la propia experiencia de tantos matrimonios y familias que viven con entrega la vocación al amor en el matrimonio, en la maternidad y paternidad. Muchas veces no se dan las condiciones adecuadas para establecer un diálogo sereno con las diversas ideologías y fuentes de pensamiento. El afirmar como argumento principal que la Iglesia tiene que evolucionar es, en el fondo, rehuir este debate de ideas y experiencias para conocer la verdad profunda que se manifiesta en el misterio de la vida humana y en la vivencia cotidiana de la vocación matrimonial. La Iglesia propone argumentos sólidos y contrastados. Pero el diálogo muchas veces es difícil y suele costar vencer prejuicios y estereotipos. También, por nuestra parte, necesitamos adecuar el modo de transmitir este mensaje y estas reflexiones en un lenguaje y unos modos que sean más fácilmente comprensibles en las categorías de la cultura actual. Pienso que muchas veces no existe una sintonía adecuada entre nuestro lenguaje y el modo de comunicar en la sociedad actual.

Encíclicas polémicas

Desde que se publicó Amoris Laetitia ¿sabe si ha aumentado el número de divorciados y vueltos a casar que hayan consultado sobre su situación?

No tengo datos que corroboren esta afirmación. Lo que sí me llega es la implantación en muchas diócesis del motu proprio “Mitis Iudex Dominus Iesus” sobre el procedimiento abreviado para la declaración de nulidad matrimonial. Hay personas que se habían separado o divorciado que se han acercado al tribunal eclesiástico para presentar ante la Iglesia sus dificultades, con el fin de ser ayudados a clarificar su situación y ser acompañados en situaciones que producen mucho dolor y desorientación, no sólo en los cónyuges, sino también en los hijos y en las familias. Debemos ofrecer un acompañamiento cercano, cálido y respetuoso. Dios siempre abre caminos por los cuales poder transitar. Y nosotros estamos llamados a ayudar a los matrimonios y a las personas a iluminar estos caminos y acompañar y ayudar en su recorrido.

 

En los medios de comunicación se especula con una actualización de la Humanae Vitae. ¿Me podría aclarar algo al respecto? 

No sé lo que significa “actualizar” una encíclica. A este respecto, no tengo ninguna noticia sobre una actualización de la encíclica Humanae Vitae. Sí conozco la existencia de una comisión instituida en Roma para estudiar el contexto cultural, social, eclesial y de pensamiento que dio lugar a que el Beato Papa Pablo VI promulgara esta encíclica, así como el modo en que se gestó el texto y el modo en que fue recibido por la comunidad eclesial y por la sociedad en general. Con respecto a la diferencia entre mentalidad anticonceptiva y el ejercicio de una maternidad y paternidad responsable según la antropología cristiana, acudiendo al reconocimiento de la fertilidad humana, el pensamiento de la Iglesia es sólido y constituye una enseñanza que ha sido constantemente promulgada por el Magisterio eclesial. Hay que afirmar con claridad que es posible vivir la vida conyugal y la relación sexual de modo humano, pleno y gozoso sin tener que acudir a una medicalización de la dimensión sexual de las personas que desnaturaliza el acto conyugal y altera profundamente la vida matrimonial.


¿Cuáles son las principales funciones de las delegaciones de Familia de las diócesis?

Una delegación de familia se constituye para ayudar al obispo en el desempeño de la pastoral del matrimonio, de la familia y de la vida y se concreta en la promoción de esta pastoral en las parroquias, movimientos e instituciones. Se trata de colaborar en el desarrollo de la preparación al matrimonio, en el acompañamiento a los novios, los matrimonios y a las familias, en la pastoral de la iniciación cristiana, principalmente en el sacramento del bautismo y en la educación afectivo sexual de los jóvenes, así como en la preparación y el discernimiento de la vocación a amar que todos llevamos inscrito en el corazón. También se encarga de impulsar el trabajo realizado por los centros de orientación familiar, la atención a las situaciones complejas, en el acompañamiento a familias con dificultades, en las situaciones de separaciones, divorcios, viudedad, en las cuestiones que se refieren a la defensa de la vida humana… es una actividad que despliega su acción en campos muy diversos.

País Vasco y Cataluña

Por último, una pregunta política. El País Vasco vive ahora una situación más tranquila políticamente hablando que Cataluña ¿Por qué? 

Uno de los elementos fundamentales que vertebran una sociedad es precisamente su cohesión social, la capacidad de que personas que piensan en muchos aspectos, incluso identitarios, de modo diferente, puedan vivir juntas en convivencia pacífica, solidaria y esperanzada. Viendo la situación dolorosa y complicada a la que estamos asistiendo, y la que hayamos podido vivir nosotros en un pasado reciente, pienso que valoramos más la necesidad de afianzar esta cohesión, el desarrollo de la solidaridad social, la necesidad de entendernos y colaborar entre quienes pensamos diversamente, la importancia fundamental de trabajar por promover el bien común, por dar estabilidad a los elementos fundamentales que componen la vida de las personas y las familias -trabajo, educación, sanidad, pensiones, vivienda…- por crear un futuro en paz y prosperidad, abierto a todos, con horizontes ensanchados. Las crisis importantes también pueden constituir oportunidades para repensar las situaciones y examinar los caminos que nos han conducido a escenarios que producen sufrimiento, sacando las conclusiones para para prevenirlos y alumbrar un futuro en fraternidad y esperanza. 


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