Acción de Gracias por la beatificación de don Álvaro

Monseñor Echevarría: “Nuestra gratitud a Dios se alza por el don de la familia”

El prelado del Opus Dei, monseñor Javier Echevarría, presidió la celebración de la Eucaristía con la que la Iglesia quiso agradecer a Dios la beatificación de don Álvaro del Portillo. En el mismo escenario a las afueras de Madrid, miles de familias se dieron cita para recordar la figura del sucesor de San Josemaría


El beato Álvaro del Portillo con don Javier Echevarría
El beato Álvaro del Portillo con don Javier Echevarría

Un día después de la beatificación de don Álvaro del Portillo, el mismo espacio a las afueras de Madrid que acogió la multitudinaria misa presidida por el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, sirvió de escenario para una Eucaristía de acción de gracias que presidió monseñor Javier Echevarría, prelado del Opus Dei. En sus palabras de agradecimiento por todo cuanto había sucedido el día anterior, resaltó que, a pesar de la multitud, había sido “una reunión familiar, unida por el amor a Dios y el amor mutuo”.

Quiso recordar la importancia del amor de Dios para mover los corazones, un amor que san Josemaría y el beato Álvaro pedían a Dios constantemente: “Dame, Señor, el Amor con que quieres que te ame, y así sabré amar a los demás con tu Amor, y con mi pobre esfuerzo”. En esa labor que Dios hizo ver a san Josemaría, don Álvaro representó por entero la roca, “saxum” sobre la que el Opus Dei iba a crecer. Pero don Álvaro, en su humildad, le contestaba: “Yo aspiro a que, a pesar de todo, pueda Ud. tener confianza en el que, más que roca, es barro sin consistencia alguna. Pero ¡es tan bueno el Señor!”

La celebración del día en la Iglesia es para recordar la familia, y monseñor Echevarría se dirigió a las muchas allí congregadas o que seguían la celebración a través de los medios de comunicación social. “Rezamos para que haya muchas familias que sean ‘hogares… luminosos y alegres… como fue el de la Sagrada Familia’, en palabras de san Josemaría. Nuestra gratitud a Dios se alza por el don de la familia, reflejo del eterno amor trinitario, lugar donde cada uno se sabe amado por sí mismo, tal como es”.

Recordó la importancia de llevar a Dios a todas partes y lo hizo con el ejemplo de la vida del nuevo beato: “En su predicación, en tertulias, en encuentros personales, en todas partes, nunca dejaba de hablar de apostolado y de evangelización. Para permanecer en ese amor de Dios que hemos recibido, debemos compartirlo con los demás; la bondad de Dios tiende a difundirse”. En este mismo sentido, también hizo hincapié en la frase del Evangelio: “No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido”.

Propuso a los presentes el plan de vida de san Josemaría y de don Álvaro: “Os invito, hermanas y hermanos, a estar, a desenvolveros en el amor del Señor: en la oración, en la Misa y la Comunión frecuente, en la confesión sacramental, para que, con esa fuerza de la predilección divina, sepamos transmitir lo que hemos recibido, y llevarlo a cabo mediante un auténtico apostolado de amistad y confidencia”.

Trajo a colación las palabras que el Papa Francisco transmitió a los fieles el día anterior, en las que “nos anima a no tener miedo de ir a contracorriente y de sufrir para anunciar el Evangelio”, y también que “nos enseña además que en la sencillez y cotidianidad de nuestra vida podemos encontrar un camino seguro de santidad”.


 

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