Es la escuela masculina que apoyará al Mater Salvatoris de Madrid

Director del colegio Stella Maris: “La educación diferenciada apoya a cada alumno en lo que está más necesitado”

El padre Carlos Granados explica que la cabeza máxima de un centro educativo no puede reducirse nunca a ser un gestor o un directivo

Stella Maris College.
Stella Maris College.

Cada vez son menos los sacerdotes que son nombrados directores de colegios, un cargo que en los últimos años están asumiendo los laicos. Sin embargo, el padre Carlos Granados va a dirigir el centro Stella Marís College, que apoyará al femenino Mater Salvatoris de Madrid, como anunció hace unos días Religión Confidencial.

Él mismo explica a Religión Confidencial el motivo de su nombramiento: “Creemos que una obra educativa requiere, sobre todo, un padre que abra un futuro grande a los niños y dé un norte claro a los maestros. Cierto que el director debe reunir una serie de cualidades que lo hagan capaz de esta tarea. Pero no podrá reducirse nunca a ser un gestor o un directivo. En este sentido se enmarca perfectamente la figura del sacerdote religioso”.

El sacerdote que pertenece al Instituto religioso Discípulos de los Corazones de Jesús y de María, considera que el director es también un padre que asume, con gozo, el entrar en las relaciones educativas, “el asumir como propios los retos de la familia en la educación de sus hijos, del progreso de cada alumno, de las relaciones con los maestros y con el personal no docente. Y lo hace como miembro de una familia religiosa, con toda la riqueza relacional que ello comporta y de esperanza, dando así estabilidad al proyecto a lo largo del tiempo”.

Emergencia educativa

Este centro apuesta por la educación diferenciada, un tipo de enseñanza actualmente criticada y calificada como segregacionista y con la amenaza de retirarles los conciertos educativos.

“Es importante reconducirnos a las grandes preguntas que están en juego en la educación. Todos nos damos cuenta de que nuestra sociedad tienen una dificultad en introducir a los niños y jóvenes en la grandeza de la diferencia sexual, con la plenitud que abre en la vida. Nos encontramos ante una grandísima emergencia educativa”, recalca el padre Granados.

E insiste: “Basta leer las aportaciones de la experta en pedagogía Inger Enkvist para caer en la cuenta de esto. Ella ha mostrado, comparando lo que ocurre aquí con lo que ocurre en el Reino Unido, la primacía, en lo referente a los resultados objetivos, de las escuelas en las que se practica una educación diferenciada. Los informes PISA son también claros al respecto. Pero, como decía antes, la clave sigue siendo las cuestiones de fondo, las grandes preguntas, como es la de encontrar un camino de relación que prepare a una vida familiar sensata, en la que hombre y mujer son capaces de asumir su papel diferente y único, en la que se respeta y se acoge la diferencia sexual como un tesoro”.

Cultura confusa

Para el director del colegio Stella María, es necesario, más que nunca, que la escuela ofrezca espacios para el cultivo de una masculinidad y una feminidad propia, capaz de abrir en una cultura confusa, un camino de plenitud en la mutua relación. Ambos modelos (el de la educación mixta y el de la diferenciada) deberán ofrecer espacios para hacerlo, cada una con sus ventajas y con sus límites propios, sabiendo ambos equilibrar sus límites”.

A pesar de que los informes Pisa revelan que la educación diferenciada obtiene muy buenos resultados, en España también se la acusa de poco igualitaria. “No se trata de segregar sino de diferenciar. El argumento del igualitarismo no lo puede tomar en serio nadie que quiera educar: todo padre lo sabe bien, y por ello, sabe sacar partido a lo que le es propio de cada hijo y apoyarle en lo que está más necesitado, como lo sabe todo maestro”, subraya el padre Granados.

Educación afectivo-sexual

El sacerdote y educador recuerdo que cada alumno es diferente, porque somos únicos e irrepetibles. “Que la diferencia sexual tiene una importancia decisiva, me parece también un punto de partida, que es necesario asumir con serenidad e integrar en algo mayor, como es la posibilidad de una plenitud en la comunión recíproca. Todo el trabajo del niño se encuentra aquí con un punto que afecta a su propia maduración como persona. Lo que es decisivo es saber acompañarle para que la integre con esperanza”.

Respecto a la educación afectivo-sexual en los colegios, el padre Granados considera que debe ampliarse y hacer referencia a lo que es la plenitud de la vida humana, aquello que la hace grande y bella. “Y es aquí donde los chicos nos interpelan. Si no se les da una respuesta adecuada, si no se les sabe acompañar en el proceso de integración de sus deseos, acabarán banalizando la sexualidad, usándola para el placer y el dominio, y así desdibujan su carácter humano y personal, pues es un don maravilloso que Dios nos ha dado para no vivir en la soledad, sino en la comunión. Una educación afectivo-sexual que descubra en ella la grandeza de lo humano y del amor verdadero, es más necesaria que nunca”.

 



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